Lamentable, insólito, vergonzoso, inaudito y triste son algunos de los calificativos que mejor podrían calificar al desenlace que tomó el superclásico, de vuelta por los octavos de final de la Libertadores que, lejos de terminar siendo emotivo y vibrante, concluyó suspendido, luego de haberse disputado tan sólo 45 minutos.
Más de una hora tardaron los órganos pertinentes en tomar una decisión: Conmebol, el árbitro Herrera y el comisario deportivo decían no tener la facultad de hacerlo y le trasladaron la compleja definición al correr del tiempo.
El reloj pasaba los minutos y, entre tantas idas y vueltas, el encuentro fue suspendido, justamente pero sin que nadie se haga cargo en el mismo campo de la decisión tomada.
Los hechos vergonzosos que caracterizan al Fútbol argentino esta vez se trasladaron al plano internacional en la Bombonera. Los jugadores de River, al ingresar a la manga de seguridad para salir al campo de juego, fueron sorprendidos por un gas pimienta que afectó la visión y el físico de muchos futbolistas.
Entre ellos, Ponzio, Funes Mori, Kranevitter y Vangioni, los más afectados con ojos irritados y "quemaduras de primer grado" según el médico de Conmebol. La manga no sirvió de protección porque se liberó una zona que, sin complicidad de funcionarios del espectáculo, no se podría haber vulnerado.
En cuanto a lo estrictamente futbolístico, en la previa se vislumbraba al conjunto de Arruabarrena con el ya registrado 4-3-3, intentando ser protagonista, teniendo la pelota y disponiendo de los ataques para dar vuelta el 1 a 0 de la ida. Mientras, se imaginaba a los comandados por Gallardo, con jugadores rápidos de mitad de cancha hacía adelante, salir de contra, a la espera de un error del rival.
Sin embargo, todos los pronósticos quedaron lejos de lo que pasó en los primeros minutos de juego y durante casi toda la primera etapa: River presionó en el mediocampo, atoró y anticipó la salida de Boca, sumando a uno de los volantes, Martínez, Sánchez o Ponzio, a la línea de delanteros.
Esto provocó que el local saliera sin claridad, con imprecisiones, pelotas largas y dividiendo en balón.
Como consecuencia, los tres delanteros "xeneizes" quedaron alejados del medio campo sin el pase corto de Gago y perdieron peso en la lucha con la línea de cuatro visitante.
El único que llevó un poco de peligro fue el delantero Daniel Osvaldo, que con su jerarquía exigió y armó un par de aproximaciones en la puerta del área grande que terminaron en las manos de Barovero. Lentamente, Boca se fue diluyendo sin la pelota en su poder, además de fallar en el retroceso para ocupar los espacios, luego de ir para adelante sin ideas.
Los "millonarios", con la movilidad de Driussi y Martínez en ataque, preocuparon a la última línea defensiva pero no aprovecharon con determinación las zonas libres que dejó Boca, que con el pitazo del correcto árbitro Herrera dio por terminada las aspiraciones de dar vuelta el resultado en el primer tiempo y, finalmente, en lo que iba a ser todo el partido.
La suspensión traerá mucho trabajo para los directivos sudamericanos, que en las próximas 48 horas tendrán que tomar una decisión: reanudar el encuentro a puertas cerradas o darle por ganado el partido a River y por ende la clasificación a Cuartos (luego del 1 a 0 en la ida). Habiendo dos de los clubes argentinos más grandes de por medio, cualquier desenlace puede suceder.