Ayer se suscitó una lucha de gladiadores tenísticos con realidades muy opuestas. Por un lado, Novak Djokovic, número uno del mundo indiscutido y que hace todo lo posible para no resignar su liderazgo, y por el otro Rafael Nadal, con un historial casi excelente en polvo de ladrillo, pero que cada día está más lejos de ese campeón imbatible.
Djokovic derrotó a Nadal en poco más de dos horas, en un partido que mostró al serbio ampliamente como favorito y superior a su rival, quien parecía perder fuerza y destreza a medida que el serbio iba incrementando las suyas.
El marcador final fue 7-5, 6-3 y 6-1. Excepto la paridad del primer set, los dos restantes muestran una clara superioridad del número uno del Tenis mundial.
Esta derrota marca un hito en la carrera del español ya que en Roland Garros, uno de los torneos más importantes del circuito, sólo había perdido un partido antes de esta nueva derrota frente a su nuevo verdugo deportivo, quien afirma sentirse en el mejor momento de su vida.
Lo paradójico es que la historia se revirtió. Luego de este triunfo, Djokovic, que se enfrentará al escocés Andy Murray, quien venció al español David Ferrer, buscará por primera vez ganar este torneo ya que en dos oportunidades (en el 2012 y el año pasado) perdió en la final frente a Nadal, quien ahora verá el torneo por la televisión.
En la conferencia de prensa, una vez finalizado su histórico triunfo en París, el serbio aseveró estar muy feliz por la gran victoria que había logrado, y que sería un partido que permanecerá en su memoria durante varios años. Sin dudas, el 2015 es un año muy positivo para el número uno del tenis ya que en este primer semestre suma 40 triunfos y sólo 2 derrotas.
Por su parte, Nadal, quien ayer se veía notablemente abatido pese a haber luchado y perder contra el mejor del mundo, incluso aunque éste no juegue al 100% de su capacidad, intentó alejar el malestar por este fracaso y vislumbró que el año siguiente volverá a Roland Garros para tomar revancha contra Djokovic y también para ganar la copa.