Con la conquista de Stan Wawrinka en Roland Garros, venciendo en cuatro sets al candidato Novak Djokovic, se cerró la temporada de polvo de ladrillo europea para hacer que la acción se traslade de ciudades y cambie de superficie.

Si hablamos de pasto, el suizo Roger Federer es sin dudas, por nivel y rendimiento a lo largo de su carrera, el mejor jugador de la historia en hierba. El siete veces triunfador de Wimbledon también se destaca históricamente en el tradicional torneo de Halle (donde fue campeón el año pasado y en otras seis ocasiones más).

"Su majestad" es uno de los jugadores que más defiende puntos en esta parte de la temporada (250 por ser el campeón del ATP 250 que se juega en Alemania y 1200 puntos de haber llegado a la final en el Old England en 2014). La adaptación al cambio y la transición del polvo de ladrillo al pasto nunca fue un problema para Roger, que llega con más descanso que el resto de los candidatos (perdió en cuartos de final ante Wawrinka) y por eso comenzó a entrenar con más anticipación.

Federer atraviesa una buena temporada hasta el momento. Fue campeón en el cemento australiano de Brisbane (venció al canadiense Milos Raonic en la definición), se alzó con el título en el ATP 500 de Dubai (imponiéndose ante Novak Djokovic) y se quedó con la corona en Estambul (derrotando a Pablo Cuevas en el partido decisivo).

Además fue finalista en los Masters 1000 de Indian Wells y Roma (cayó ante Djokovic). Su punto flojo estuvo por el momento en los torneos grandes, ya que, además de quedar entre los ocho mejores de París, sufrió una caída inesperada en tercera ronda de Australia frente al italiano Andrea Seppi.

La pregunta del título es clara: ¿Podrá Federer conseguir su octavo Wimbledon?

¿Podrá el suizo alzarse con su título número 18 de Grand Slam? ¿Logrará romper la sequía de tres años sin ningún major en la tierra que lo vio campeón de uno por última vez? Es la superficie que más lo favorece, la que más lo motiva y donde se siente en el patio de su casa, con el público que lo alienta como si estuviera en Suiza.

A sus 33 años, su físico siente aún más el desgaste de los partidos largos, pero con algo de suerte en el sorteo y con la cuota de su talento inagotable, el actual número dos del ranking irá en búsqueda de escribir un capítulo más. Uno que agigante un poco más su leyenda viviente que no depara en sorpresas, de este mago que siempre tiene algún truco bajo la galera para sorprender nuevamente a sus fanáticos.