Parece mentira que sea el mismo equipo que pocos meses atrás había conseguido ser el campeón del Torneo Sudamericano. El mismo cuerpo técnico y los mismos jugadores, protagonizaron un fracaso en el Mundial Sub-20 de Nueva Zelanda. El equipo dirigido por Humberto Grondona, finalizó tercero en su grupo y ni siquiera pudo clasificarse entre los mejores cuatro terceros, lo cual implica, para el país más campeón de mundiales juveniles, una desilusión muy significativa.

El seleccionado argentino que llegó como gran candidato al Mundial, demostró en los partidos frente a Panamá, Ghana y Austria, que sus jugadores no estaban a la altura de esta competición.

Y esto, se vio reflejado en una decepcionante actuación que dejó en claro que la idea de su DT no fue acertada, que no alcanzó con llenar el equipo con jugadores individualistas de mitad de cancha en adelante, y, que aunque esto le había funcionado, de cierta forma, en el Sudamericano, un equipo con las figuras como el argentino que no logra ganar un partido contra selecciones claramente inferiores, muestra que la falla va más allá de los jugadores.

La actuación de los dirigidos por Grondona inició un debate sobre un supuesto final de ciclo en el cuerpo técnico la Selección Sub-20, ya que, se vio un equipo que subestimó a los rivales y que aunque parezca inmerecido por el rendimiento frente a Austria, donde tuvo muchas posibilidades de convertir el gol de la clasificación, no está mal que haya sido eliminado.

Sin embargo, esto suena desacertado en un equipo que consiguió la clasificación a los JJOO de Rio 2016 meses atrás.

Un claro ejemplo de la falta de trabajo de la Selección Argentina fue la falta de corrección de los errores cometidos en el Sudamericano. Caso contrario es el del resto de los seleccionados sudamericanos (Brasil, Colombia y Uruguay) quienes lograron acceder a la siguiente ronda del Mundial sin ningún problema y demostraron claramente el trabajo en su juego por parte de sus respectivos cuerpos técnicos.