A los 21 años, Gustavo Fernández se consagró campeón en el césped de Wimbledon para Tenis adaptado junto a su pareja, el francés Nicolas Pfeifer, tras vencer en la final al británico Gordon Reid y al francés Michael Jeremiasz por 7-5, 5-7 y 6-2. Es el primer Grand Slam que el argentino gana en su carrera y el primero para la Argentina desde que lo hiciera Gisela Dulko, cuatro años atrás, en Australia.

Fernández ya era noticia tras las semifinales del certamen, por ejecutar uno de los mejores puntos del torneo, devolviendo desde el suelo tras caer de su silla de ruedas en una jugada que recorrió todas las redes sociales y portales de noticias de la Argentina.

En ese partido había dejado en el camino a la mejor pareja del mundo, conformada por otro francés, Stephane Houdet, y el japonés Shingo Kunieda, a quien el argentino se había dado el gusto de derrotar dos años atrás cuando el nipón ya era el número uno del ranking en singles.

El actual número seis del mundo en singles coronó una semana perfecta tras ganar, una semana atrás, el Open de Madrid. Y se le presenta además la oportunidad de continuar con un año de éxitos con la inminente apertura de los Juegos Parapanamericanos 2015 el próximo agosto. Allí tendrá la oportunidad de repetir la medalla dorada conseguida en el mismo certamen, en Guadalajara 2011. La competencia puede asegurarle una plaza para disputar los juegos Paralímpicos de 2016 que se llevarán a cabo en Río de Janeiro.

Representante de la Argentina desde los doce años, y ganador de 17 títulos durante su carrera, el cordobés, oriundo de Río Tercero, mantiene la tradición deportiva de su padre, el exjugador de la Liga Nacional de Básquet, Gustavo "Lobito" Fernandez.

Gustavo, al año y medio de vida, sufrió un infarto medular que lo dejó paralítico de la cintura para abajo.

Eso no le impidió empezar a jugar al tenis a los seis años, consolidarse como el mejor argentino en su especialidad y gritar campeón, nada más y nada menos, que en uno de los torneos más importantes del tenis mundial.