Hubo una larga época de dictaduras en América Central y en la del Sur también. Allá, lejos, los supuestos países que se autoproclaman avanzados tuvieron de las suyas también y hasta incluso portarán por los siglos de los siglos la ejecución de las dos peores guerras de la historia del hombre y la titularidad del genocidio más espantoso de la vida entera de los mundos. En el Oriente desde el Imperio Huno pasando por el Mongol y hasta los misiles que Japón aterrizo en Pearl Harbor.

En los tiempos que corren y transitan por estos días, los de los derechos humanos, aquellas fuerzas mandatarias se disfrazan de cualquier cosa con tal de esconder el Estado de Policía en uno de Derecho un tanto inverosímil y vagabundo.

Messi y CR7

Pero hay un mundo, el más hermoso de todos los mundos, donde las esperanzas son inabarcables por cantidad de calidad. Ese mundo está capitalizado y reinado por dos dictadores brillantes y extremadamente generosos. Pero son dos tipos que no prestan concesiones ni alteraciones de su liderazgo. Son ellos: un rey goleador, cada día más goleador, a ese que llaman Cristiano sin inventar ninguna religión y, el otro rey, un jugador cada día más jugador, conocido como Messi. Cada domingo nace la reedición de una nueva puja entre ambos reinados con los mejores goles, las mejores gambetas, los mejores amagues, las mejores cinturas y las mejores mentiras para desarmar a los torpes rivales que osean obstruir su mandato imperial.

Son portadores de los mejores ejércitos ignatos para dar esa batalla.

Y es que no. No pueden. Ni quieren. Ni conciben la idea siquiera. No les es posible salirse del autoritarismo menos apiadado de todos los cielos humanos. Se miran y reprimen el descanso de romper redes a bombazos.

Los reyes del fútbol

Estos dos reyes aristocráticos parecieran ser quienes imponen las reglas del juego, y claro, son ellos quienes lo reinan: "Aquí solo gobiernan los más capacitados".

Solo ellos: Cristiano y Messi. Uno convertido en un excepcional e infalible ventajero del área; el otro un irrepetible mecanismo consecutivo de espontaneidad y eficiencia. Cristiano y Messi. Los reyes de ese mundo. Los amos de la discordia entre el fanatismo y la prudencia. Amos de los ciudadanos que obstusos de lunes a sábado se prestan a las iris conspirativas de algunas empresas que los contraponen, los tiñen de riñas inexistentes para estos reyes, pero se encargan de destapar los ojos de los propios ciudadanos cada domingo cuando los que batallan son los mismos reyes y no quienes esperan la recompesa por verlos batallar.

Bajo esa esperanza dominguera, los ciudadanos esperan al próximo año para que entre Messi y Cristiano sigan haciendo de las suyas.