Electricidad en calidad y cantidad por la acción de las represas de Embalse, en Córdoba y Yacyretá en Misiones; gas producido en yacimientos de Tierra del Fuego, Neuquén, Chubut, Chubut y Mendoza, y distribuido a través de infraestructura que atraviesa las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, La Rioja, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, entre otras; y combustible producido en las cuencas petroleras de Neuquén, Mendoza, Chubut, Santa Cruz, Salta, Tierra del Fuego, La Pampa o Río Negro.
Todo este recurso vital para el funcionamiento del país y la vida normal de sus habitantes es posible gracias a la infinita predisposición, generosidad y conciencia federal de las provincias para con los habitantes de la capital y el conurbano bonaerense.
Todo pese a que en términos económicos, los consumidores de Buenos Aires cargan con tarifas de servicios bastante más ventajosas que aquellos que residen en las provincias que proveen a la capital de estos recursos.
Así lo admite un informe titulado "El consumo de energía en la Ciudad de Buenos Aires", elaborado por el gobierno porteño de Mauricio Macri, y en el que se reconoce que los habitantes residenciales de la ciudad de Buenos Aires cargan con las tarifas de energía eléctrica más bajas del país (libre de Impuestos y subsidios), mientras que los usuarios comerciales poseen tarifas "moderadas" en relación a las de otras grandes ciudades del país. A la vez, el informe reconoce que la capital y su conurbano cuentan con el mayor consumo de electricidad y gas natural, en comparación con el resto de grandes urbes.
En términos prácticos, los números revelan que, "comparativamente", estos gastos de servicios se cuadruplican en Santa Fe y se triplican en Córdoba.
En el marco de los combustibles, la disparidad se repite, puesto que en Capital Federal se paga 11,78 $ el litro de nafta súper, mientras que en Santiago del Estero, Catamarca y Tucumán cuesta 13 $ y en Mendoza, 12,20 $.
Pero sin dejar de reconocer su importancia central, no todo son servicios públicos, y si se amplía el espectro de análisis, se llega a la conclusión de que productos alimenticios esenciales como la leche, el pan, las frutas y verduras, también provienen en gran parte de las tierras del interior del país, para llegar a la mesa de los porteños, sin que ello signifique un mayor sacrificio para sus bolsillos.