Como se ha explicado en los artículos anteriores, la calma en los mercados es fundamental para poder conseguir un votante alegre y confiado. La pax cambiaria mantiene los ánimos tranquilos, y el miedo a un "terrorismo económico" queda en el terreno de los "golpistas de las cuevas". Pero no es tan así.

Dibujos contables

En un año electoral, con la espiral inflacionaria en su punto más álgido, había que recurrir a estratagemas contables para aplacar los ánimos caldeados. La idea de un Dólar planchado (prácticamente se ha movido menos de un 10%, de $8,30 a $9,03, en un año y dos meses), la apertura a cuenta gotas del cambio para particulares y la emisión ininterrumpida de pesos, trasmitiría tranquilidad y buena imagen a los votantes.

Había que alentar el volcán consumista y las compras en cuotas. El particular se haría la idea (ficticia) de un aumento de sus ingresos en pesos-dólar cercano a un 25% a 30% anual. Sería una vuelta a los '90 y la política de la convertibilidad, aunque sea por un breve tiempo. Esto, sin embargo, provoca un efecto idéntico al ocurrido durante la época de Menem y Cavallo: aumento del turismo internacional, que desemboca en lo que el Gobierno quería evitar, que es la fuga de dólares. Con la idea recurrente del consumismo, se potenciaron los créditos, las compras en cuotas y la "alegría del comprador". Miami vuelve a ser argentino.

Para mantener el buen humor social hasta luego de las elecciones y evitar el pánico en los mercados, Vanoli (en acuerdo con Kicillof) recurrió al dibujo contable de las arcas del Central.

Como afirmó el periodista Kohan, la entidad dirigida por Vanoli estaría semiquebrada. Las reservas líquidas (dólares en efectivo) estaría debajo de los veinte mil millones. Pero en las arcas del Banco Central se informa falazmente que superan los treinta mil millones. Esto en realidad suma incorrectamente los swaps chinos (que deberán devolverse a partir del 11 de diciembre de 2015), los CEDINes, importaciones impagas y un largo etcétera.

Dólares físicos, apenas menos de los mencionados veinte mil milones. Si seguimos descontando los dólares de los cuales deberá desprenderse hasta el cambio de Gobierno, para enero de 2016 estarán apenas por encima de los quince mil millones. Pero la peor noticia para el año que viene es la deuda en dólares: superan los cincuenta mil millones.

Kohan explica: "En este escenario es imposible levantar el cepo cambiario sin sincerar la devaluación. Y esta es efectivamente parte de la herencia que el Gobierno va a dejar. Eso es lo que explicaría por qué la economía esta paralizada, y por qué las expectativas están como están, porque es muy difícil saber como se va a resolver toda esta cuestión".

El próximo presidente deberá, inevitablemente, realizar un ajuste económico porque el nivel de gastos que deja este gobierno que se retira es infinanciable. La alternativa más simple que deberá tomar implica una explosión inflacionaria y cambiaria, similar a lo ocurrido durante el final del gobierno de Alfonsín, con el fin de licuar el gasto público.

Pero sumado a esto, deberá inevitablemente reducir enormemente el empleo público. De esta manera, se blanquearía el nivel de ocupación real de la Argentina debido a la destrucción del empleo privado.

Una vez tomadas las decisiones correctas, con una confiable economía que no falsee los números, el país podrá iniciar nuevamente el camino para la recuperación.