Antes era difícil imaginar que en Estados Unidos un candidato presidencial del Partido Republicano tendría que adoptar una actitud combativa para lograr resultados, pero es ese el legado de las políticas indudablemente liberales que impulsó Barack Obama desde que fue elegido en la cumbre de la Gran Recesión en 2008. El giro a la "izquierda" de Norteamérica (su izquierda sigue siendo derechista si se la mira con ojos hispanos) empezó desde arriba y siguió hasta abajo; el control de armas, la legalización de la marihuana y el matrimonio gay y los planes sociales formaron una sociedad donde ser políticamente correcto es la nueva ley; la semana pasada no quedaba bien decir Feliz Navidad porque no todas las comunidades la festejan.

Donald Trump llega a pisar este escenario, generando rechazo y amor en cantidades casi iguales. Su bizarra campaña se caracterizó por actos como burlarse de un reportero con una discapacidad (o como dirían los politically correct, características diferentes) e insultar a Rosie O'Donnell en medio de un debate. Su candidatura llegó a una cúspide ayer al estrenar su primera propaganda televisiva haciendo foco en sus dos propuestas más importantes: prohibir que los musulmanes entren a Estados Unidos y construir un muro en la frontera con México, para terminar con la inmigración ilegal, el cual pretende que lo financie el gobierno mexicano.

Son propuestas tan chocantes como su excéntrica personalidad. No es difícil encontrar comentarios de disgusto ante su persona en las redes sociales, pero ese es solo un espectro del padrón, el cual está poblado mayormente por luchadores de los derechos igualitarios. Las encuestas, en cambio, no se ven mal para el ex magnate. Los análisis de RealClear lo ponen como lider de las primarias republicanas con 35% del padrón, más de 10 puntos encima de su seguidor Ted Cruz. Esta firma predice que va a perder las generales contra la demócrata favorita Hillary Clinton, pero solo por 5 puntos. Es una diferencia muy chica como para tomarla al pie de la letra, sobre todo cuando queda todo un año electoral por recorrer.

Las encuestas a esta altura son especulativas.

Un dato curioso pero entendible es que Trump tiene la mayoría del voto hispano. Parece extraño ya que insultó a los mexicanos cuando anunció su candidatura y planea crear un muro entre ellos, pero no es ilógico lo apoyen los inmigrantes que están legalmente en el país. Estos esperaron meses, a veces años, tramitando el papeleo para poder entrar al país, por lo tanto les parece injusto que haya tantos que llegan ilegalmente y consiguen trabajo fácilmente. 

Más allá de las apreciaciones personales, Trump lideró sin duda una campaña bizarra que se presta para diversos análisis. Su polémica presencia seguramente irá en aumento en 2016.