Comenzó la despedida de Barack Obama como presidente de Estados Unidos. El primer mandatario de raza negra que tiene el país del norte ofreció anoche el último discurso sobre el Estado de la Unión desde Washington. La disertación habló del futuro, del pasado, autocrítica, reflexión y críticas hacia el Partido Republicano. La mirada estaba puesta en las elecciones presidenciales de noviembre próximo, pero en febrero ya empiezan las internas para que cada partido elija a su candidato presidencial, algo que Obama tuvo muy en cuenta durante todo su discurso, en el que intento proyectar calma y esperanza.
Lo más resaltable de su disertación fue que el jefe de estado norteamericano reafirmó el liderazgo mundial de su país diciendo que Estados Unidos sigue siendo la nación más poderosa del mundo y que ningun país del planeta se atreve declararle la guerra a ellos o a sus aliados porque saben que eso sería su camino directo a la ruina. También destacó que si alguien quiere consejos sobre negocios no se dirigen a Pekín o Moscú, sino que miran a Washington. Obama considera que si alguien duda del dominio estadounidense está desinformado y se deja llevar por habladurías. Él dejo en claro que seguirá trabajando duro por los objetivos que no consiguieron.
El presidente norteamericano subrayó que su país es el más libre del mundo, que cualquiera puede hacer y decir lo que quiera, que esa libertad, diversidad y tolerancia es lo que más distingue y admira el mundo.
También instó a sus compatriotas que sean la voz de los más débiles y oprimidos, para que todos los ciudadanos se sientan representados, y no sólo la gente rica y poderosa. Obama citó al Papa Francisco recordando que él le dijo que imitar las acciones de los tiranos es la mejor forma de tomar su lugar. Agregó que atacar a un grupo humano determinado los disminuye ante los ojos del mundo.
Por último añadió que Estados Unidos es un país que no se deja intimidar por los desafíos, lleno de optimismo y sobre eso basa sus esperanzas.