El volcán Sakurajima, ubicado en el archipiélago de Kyushu, en Japón entró en erupción el viernes, a las 19 horas, produciendo múltiples rayos y un gran bloque de cenizas que cubrieron por completo el cielo de la región. Se trata de uno de los volcanes más activos de Japón y su última detonación ocurrió en septiembre del 2015, según la Agencia Meteorológica de ese país.
El cráter del volcán emitió refulgencias de color anaranjado y provocó grandes nubes de humo grisáceo. Las zonas aledañas al cráter fueron controladas por el organismo meteorológico japonés, que dispuso el cierre del acceso al lugar, en una extensión de 2 kilómetros.
De acuerdo con la cadena de noticias estatal NHK, citada por diario La Provincia, la erupción del Sakurajima no ocasionó daños humanos ni materiales y; si bien produjo una explosión de gran magnitud, se mantuvo dentro de las categorías normales en comparación con erupciones anteriores del mismo volcán. En efecto, no fue necesario evacuar a los miles de habitantes de la isla.
En este sentido, Kazuhiro Ishihara, experto en volcanes de la Universidad de Tokio, explicó en diálogo con NHK, que las columnas de humo alcanzaron una altura de, aproximadamente, 2 kilómetros. Esta medición representa un cincuenta por ciento de la altitud que lograron las explosiones del Sakurajima en el 2013, en una de las detonaciones de mayor intensidad que tuvo la cumbre en los últimos años.
A los efectos, el científico advirtió que si bien no se esperan consecuencias graves tras la reciente actividad del volcán, es necesario mantener bajo control constante la montaña, con el fin de alertar a los ciudadanos ante nuevos indicios de activación volcánica.
Vale decir, que el volcán Sakurajima conforma un cordón montañoso constituido por numerosos volcanes, situado en la isla japonesa de Kyushu, ubicada sobre la Cuenca del Pacífico.
Los pobladores que habitan a los pies del volcán deben someterse a medidas de seguridad específicas; tales como planes de evacuación y protegerse de los elementos expulsados por el volcán, mediante refugios de hormigón que se encuentran cada 200 metros de distancia.