Desde hace un par de décadas, arquitectos como Bo Gronlund y John Allpass vieron el potencial de la arquitectura y el diseño para disminuir los actos delictivos. La idea tiene como sustento el deseo de vivir en una sociedad lo más abierta posible, libre de barreras materiales, muchas de las cuales se utilizan como método de protección, tal es el caso de las rejas o los altos muros.

Así, su propuesta arquitectónica encuentra concreción en Dinamarca, en los alrededores de Copenhague. Se trata de un complejo -Sibelius - en el que se pone en acción la "teoría de las ventanas rotas".

Sintéticamente, la hipótesis de la cual se parte consiste en construir y diseñar espacios lo más abiertos posibles para permitir la vigilancia natural. Grandes ventanales hacen posible tener bajo control aquello que suceda en el interior y exterior de la casa, lo mismo con la inclusión de zonas compartidas como parques o recepciones, ambos con asientos, para que las personas usen esos espacios en momentos de ocio y, a su vez, sirvan como "ojo vigilante". La vigilancia natural consiste justamente en esto: todos vigilan, todos son vigilados. Sin rejas, sin alarmas, sin cercos eléctricos, se puede vivir en un lugar seguro.

¿Es viable un proyecto similar en escenarios disímiles al escandinavo?

Actualmente los índices de delitos en Argentina son preocupantes.

Todos los días se asiste -por momentos de forma anestesiada -a eventos delictivos que culminan en muertes violentas. Sin entrar en las causas -que son muchas y complejas -es interesante pensar en la planificación urbana, arquitectónica y de diseño, con el objetivo de reducir el delito en las calles.

Entre las modificaciones que apuntan a la vigilancia natural, el proyecto danés pensó en establecer menos puntos de acceso a un espacio, como también evitar las calles sin salida o recovecos en la arquitectura que puedan servir de escondite.

Sin lugar a dudas, es imposible derribar lo construido y empezar de cero. Pero sí es factible hacer pequeñas reformas y contemplar estas cuestiones al momento de planificar una construcción.

Remake de hábitos. Retomar viejas costumbres como el diálogo con el vecino o la silla en la puerta, aunque pueda parecer una conducta de intromisión, también puede ser un buen método de vigilancia natural aggiornado a la idiosincrasia argentina.

Los altos muros o la colocación de lonas en las rejas, son obstáculos visuales tanto para el que está dentro como para el que está afuera. Si algún intruso logra pasar la barrera material no será detectado por un vecino o transeúnte. También las plantas de grandes dimensiones que tapan las aberturas son impedimentos materiales que complican la detección de "movimientos extraños". Como se ve, no siempre la seguridad está en alarmas y cámaras. Con algo de ingenio y planificación, tal vez se logre revertir -aunque más no sea un mínimo- los altos índices de inseguridad.