Alan Knight es un galés de 47 años que urdió un planoriginal, pero fallido, para evitar ser juzgado por estafa. Lo primero, laestafa: no sabemos si fue porque necesitaba el dinero o por avaricia, perodecidió estafar a un vecino. Era una presa fácil, un anciano que padecíaAlzheimer. Se hizo con su cuenta bancaria y logró robarle al pobre anciano40.000 libras, casi 544.000 pesos argentinos.

Tampoco sabemos si Knight pensaba que nadie se iba a darcuenta de su estafa, pero lo cierto es que se descubrió. Así que fue citado ajuicio. Sin embargo, el bueno de Knight no tenía ganas de que lo juzgaran porestafa, ¿a quién le puede apetecer tal cosa?

De modo que decidió alegar que era cuadrapléjico y que caía en coma con frecuencia. Claro, esto a las autoridadesno les convenció demasiado.

Durante algún tiempo, las autoridades estuvieroninsistiendo, así que la cómplice de nuestro estafador, su esposa, Helen Knight,decidió tomar cartas en el asunto. Se puso a escribir y redactó una carta queenvió al director del South Wales Evening Post. Suponemos que pensó que lamejor manera de quitarse a las autoridades de encima era buscando el apoyo dela opinión pública a través de los medios de comunicación.

En la carta, Helen hablaba del estado lamentable de sumarido, postrado en una cama de la que no se podía mover, incapaz de articularpalabra.

Argumentaba que eso le impedía ir a juicio. Y añadía, a su vez, que leestaban haciendo la vida imposible, porque se negaban a aceptar que su maridoestuviera enfermo, cuando su cuadraplejía y su estado comatoso estabancertificados médicamente.

Nada de esto convenció a las autoridades. Sin embargo,sirvió para que dejaran tranquilos a los Knight.

En lugar de hacerles la vidaimposible, decidieron hacerse con el registro de la tarjeta del supermercado deMr. Knight. Descubrieron que esta tenía demasiados movimientos, a pesar de quesu dueño estaba en coma y padecía tetraplejía. Así que la policía fue alsupermercado por si veían algo interesante. ¡Y tanto que vieron! Consiguierongrabar a Alan Knight haciendo la compra y conduciendo su coche.

El juicio se celebró este martes y Knight se tuvo quepresentar. Sin embargo, aunque ya no podía fingir más, apareció ataviado con uncollarín y en silla de ruedas, convencido de que todavía podía continuar con elfraude. No obstante, el peso de la evidencia era insostenible, por ello se vioobligado a declararse culpable de robo, fraude y falsificación.

A pesar de que los planes de Mr. Knight fueron un fracaso,el juez tuvo unas palabras de elogio hacia el estafador, de quien dijo que era“un actor muy diestro y resuelto”.