Un día de furia a la Argentina, sin Michael Douglas, pero con Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia acaba de estrenarse con éxito de crítica y de público en Madrid. Relatos Salvajes, inspirada casi exclusivamente en hechos - que por más disparatados que parezcan- suceden casi a diario en la Ciudad de Buenos Aires.

Puede decirse que la película toda - según la crítica española- es una muestra de aquello que "no debe suceder", pero que fatalmente sucede cuando "una gota de agua rebalsa el vaso". La película del joven cineasta Damían Szifron puede leerse como la consecuencia de un largo cansancio, hastío, por parte de los ciudadanos comunes, de a pie, que en un momento de tensión o cuando una situación llega a su límite responden con una explosión de furia liberando la angustia, la rabia acumulada.

La película se compone de seis relatos, independientes uno del otro, pero con el hilo conductor de la presión acumulada y la explosión, o catarsis, de los personajes en escenas y finales inesperados que, mediante el humor y también la ironía, van empujando las escenas hacia el arte cinematográfico; es decir hacia una búsqueda de sentido visual y también emocional que atrape al espectador, lo haga sufrir, llorar y también reír en la butaca; de esto, a mi entender se trata el Cine.

Cada relato parece superar o acercarse más al límite que el anterior en lo que a "rabia contra el mundo" se refiere. Los personajes son variopintos, de distinta raigambre social y cultural, pero como ya hemos mencionado, también cada uno - a su manera- responde a la injusticia, a las adversidades que supone el loco tráfico ciudadano, o sencillamente a la mala suerte con una reacción peculiar e inesperada.

La presencia de Ricardo Darín, al menos en Argentina y en España, y aunque él lo niegue es casi una garantía de éxito. Como siempre Ricardo Darín, en este caso aparece solamente en uno de los seis relatos, puede decirse que "borda" el personaje. Darin es nuestro actor preferido para "como argentinos" mirarnos en el espejo, reconocer nuestras virtudes y defectos.

Es también un actor muy respetado y querido en España, y sobre todo cuando permite por medio de su interpretación - como lo hace en "Relatos salvajes" y en otras películas- que los espectadores se identifiquen con el personaje.

Puede que esta sea una de las razones por las que la película de Szifrón funcione bien en España: la gente está acumulando mucha rabia, demasiada tensión e indignación, sobre todo ante la clase política, pero también ante la mentira, la corrupción y la creciente injusticia social a la que somete la banca europea a sus ciudadanos. No sería de extrañar que esta mala situación diera lugar a muchos otros "Relatos salvajes" en versión española.