Más que en plural, más que destacar las favoritas para los críticos de Los Ángeles, habría que decirlo en singular, la favorita, porque parece como si en esta temporada de premios que casi acaba de comenzar no existiera otra película que no fuera la dirigida por Richard Linklater, Boyhood. La cinta, con su director y su protagonista femenina, Patricia Arquette, al frente, copan las preferencias de los votantes de la costa oeste. Y si hace unos días los de Nueva York también decidían que el mismo título era merecedor de dicha distinción, los de Los Ángeles, a los que poco o nada les gusta coincidir con sus homólogos en el estado opuesto del país, se sumaban convencidos de que Linklater ha logrado un producto digno de ser aplaudido.
Pero también el montaje de la película fue señalado como el mejor del año, según los mismos críticos, lo que daba a Boyhood una victoria aplastante con cuatro distinciones, y de las más importantes a falta del guión, que se le pueden otorgar.
En efecto, el premio a la mejor escritura para la pantalla grande fue a parar a la sensacional El gran hotel Budapest, adaptación de Wes Anderson del texto escrito por Stefan Zweig, un prodigio de libreto cuya puesta en imágenes merece también, aunque no la tenga, la consideración de críticos y académicos.
Si Patricia Arquette fue reconocida como la mejor actriz, el mejor actor recayó en Tom Hardy, protagonista de Locke, film por el que fue seleccionado. Un trabajo sobresaliente el del intérprete inglés, que se enfrenta a un texto consistente en continuas conversaciones telefónicas dentro de un coche a lo largo de una noche en que ve cómo cambia su vida y tiene que decidir cómo afrontarla.
Nada fácil tarea la de brillar en un escenario tan limitado y con la ayuda de unas voces que le van dictando sus emociones. Gran decisión, por lo tanto, la de los críticos de Los Ángeles, que probablemente no se vea reflejada en el resto de premios que quedan por otorgar de aquí a los Oscar, ya que Hardy, a pesar de que realice un trabajo deslumbrante, no se encuentra entre los favoritos para competir por los grandes premios.
En cuanto a los secundarios, destacar a J.K.
Simmons por Whiplash, la cinta que ya lo sitúa a las puertas de la dorada estatuilla, y a la polaca Agata Kulesza, que dio la campanada al proclamarse la mejor secundaria del año por Ida, desbancando a actrices con más números para ser candidatas a los premios importantes. Agata realiza un trabajo extraordinario en una película no menos grande, pero muy alejada de lo que los críticos y académicos suelen destacar, y mucho menos fuera de la categoría de mejor película extranjera en la que suelen competir.
Pero ella está fabulosa y ha llamado, para bien, la atención de los críticos. Veremos cómo se sigue desarrollando la temporada de premios para unos y otros, ya que la carrera parece muy cerrada en algunas categorías, pero no en todas.