El Teatro Real estalla en aplausos, risas y lágrimas. Parque Lezama funciona. El guión de Heb Gardner adaptado a la realidad porteña e interpretado por dos grandes no puede fallar. Si a eso le sumamos el debut teatral de Juan José Campanella, el éxito está asegurado.
Pero no se trata solo de grande nombres. La obra funciona porque tiene ritmo. Porque hace reir, porque llega al corazón.
La vejez, ese tema tantas veces tocado y bastardeado es el eje de la cuestión.
Los dos viejos se juntan a charlar en el banco del Parque Lezama. A través de sus diálogos de viejos se van desvelando los temas sociales de la Argentina y de los viejos en general. La inmigración, las oportunidades, los ideales rotos, el no te metás. Todos de a uno aparecen en discusiones entre el viejo, pero joven idealista; y el viejo pragmático.
Las conclusiones van variando en medio de un tono de comedia que hace explotar a las butacas. No hace falta el toque burdo. El diálogo puede despertar las más tentadoras risas.
Los gags corporales también. Y todo un público de edad se identifica y se ríe, maduramente, de si mismos.
Pero no todo es joda en la vida. Y la comedia devela un trasfondo cruel: el del viejo como deshecho. El del viejo sin libertad. Una situación que lo pone contra las cuerdas, no solo desdeel sistema injusto sinto también desde sus mismas familias.
Y al reflexionar sobre la vejez, se reflexiona sobre la vida llevada. Esos 80 años que están durando estos ancianos que encarnan con su prestancia acostumbrada Luis Brandoni y Eduardo Blanco. Los actores demuestran una vez más su versatilidad y cómo la comedia es uno de los géneros más complejos a la hora de actuar.
Los roles secundarios suman a la historia, pero el protagonismo está sin dudas en los actores principales.
El debut de Campanella en el Teatro, no decepciona. Las expectativas que viene sembrando en la tele y el cine son justas y en el teatro descolla.
Una obra excelente, de aquellas que hace tiempo no veía. Con la cuota de humor necesaria, la reflexión suficiente y una actuación exquisita. ¡Para no perdérsela!