La grave crisis económica por la que atravesó la Argentina en la última etapa de gobierno de la Alianza, y que terminó con la salida anticipada del presidente Fernando De la Rúa en 2001, fue la situación que llevó a la implementación de una serie de ayudas sociales, "planes", que permitieran a los más carenciados tener lo básico para el sustento diario.


La medida, adoptada por el gobierno de Néstor Kirchner, aflojó la tensión y colaboró en el crecimiento sostenido del país durante algunos años. La crisis pasó, el desempleo disminuyó, pero los planes siguieron entregándose.


Así, florecieron los dirigentes barriales, piqueteros, que en representación de un cierto cúmulo de personas administraron la entrega de esos planes y fomentaron la idea de que gracias a los mismos habría un voto seguro. Muchos de estos dirigentes, por no decir la mayoría, vieron crecer ampliamente su patrimonio y cambiaron su estilo de vida. Adquirieron poder y comenzaron a transitar los pasillos de la política.


Pero este plan de salvataje, que debería haber tenido fecha de vencimiento, llegó a convertirse por estos días en un flagelo, un azote a la sociedad en su conjunto. Y esto ocurre por dos motivos: primero, la cada vez mayor presión fiscal que soportan los trabajadores y que es necesaria para poder continuar alimentando el monstruo de los planes sociales; segundo, insólitamente la carencia de un plan social es la excusa que algunos delincuentes utilizan al momento de cometer algún robo.


Así ocurrió en San Juan este 29 de enero, cuando tres encapuchados armados ingresaron al hogar del contador jubilado Sabino Vargas (66), mientras trabajaba en su notebook. Su esposa regaba las plantas y entraba y salía del domicilio, ubicado en Ruta 40 al norte de calle 14, en Pocito. Eran las 22 horas y en uno de los ingresos de la mujer a la vivienda, observó pasar por delante de la ventana a un sujeto encapuchado y armado. Alertó a su marido pero la velocidad del delincuente fue mayor, quien ingresó y le colocó el arma en la cabeza al hombre exigiendo que se tiraran al piso. Enseguida entraron dos más, también armados y encapuchados, pidiendo la plata.


Mientras cometían el atraco, que duró aproximadamente una hora, los delincuentes se excusaron con el matrimonio diciendo que robaban porque no tenían planes sociales, según manifestó la esposa del contador, a lo que ella respondió que tampoco los percibían, que todo lo que tenían lo habían conseguido con años de esfuerzo. Nada importó. Se llevaron $20.000 pesos que el matrimonio tenía guardados para pagar cuentas, un par de televisores lcd, la notebook del contador, una cámara de fotos y las alianzas matrimoniales de los esposos. Cargaron todo en el Citroën C4 negro del contador y huyeron, con la promesa de dejar abandonado el vehículo. 


La insólita excusa brindada por los delincuentes refleja también cómo la entrega de estos beneficios ha esclavizado al gobierno, tanto por el peso adquirido por los dirigentes sociales, como por la presión que las clases más bajas ejercen aduciendo que delinquen porque no reciben la ayuda estatal.