De toda la ola de crímenes que hay debido a la inseguridad de este país, el femicidio también aporta números.

En el 2014 fueron asesinadas 277 mujeres, crímenes que dejaron sin madre a 330 niños.

La violencia de género está siendo combatida, pero falta mucho aún para que logremos cambiar la mentalidad machista que existe en Argentina.

Las provincias que más aportan a este número son Buenos Aires, Córdoba y Salta.

En los últimos siete años ha habido 1.808 casos de femicidio en el país, pero el más sangriento fue el 2013, en el que hubo 295 muertes de mujeres a manos de maridos, novios celosos, o ex parejas.

El 2014 ostentó una mejoría, pero es demasiado bajo como para festejarla. El índice de femicidio debe ser de 0% anual.

Debemos saber que la mujer es un tesoro y que tiene los mismos derechos que los hombres. El pensamiento machista data de los orígenes de la especie, pero incluso allí, cuando no había siquiera razonamiento, la mujer era cuidada y respetada, y en muchos casos corría junto al hombre para cazar, sin diferencias.

La justicia se encuentra impotente por bajar estas cifras. En su gran mayoría, los asesinatos han sido perpetrados por personas que ya tenían denuncias y que habían sido obligados a alejarse de las víctimas. La mujer se encuentra desamparada ante la violencia masculina: si denuncia provoca que el sujeto violento se enfurezca todavía más; si no lo hace, es un camino seguro a la tumba.

Desde mi humilde punto de vista, creo que la justicia debería actuar de forma más rápida, evaluando cada cuestión con celeridad y así poder evitar desenlaces no deseados. Y si no, observemos el último caso de la maestra asesinada en San Francisco, Córdoba. Ella cumplió con todas las vías legales posibles; tenía varias denuncias expuestas por violencia de género y no tuvo opción de defensa al ser atacada frente a sus alumnos.

Casos así existen más de lo que debemos dejar que sucedan.

Esperemos que se implante pronto en toda la provincia el número gratuito de denuncias anónimas de violencia de género. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en Chaco ya están funcionando con éxito.