"¿Todo vale en cuestiones del amor?" pregunta Manuel Moretti de Estelares en "Extraño lugar". Esta frase se presenta plausible de ser aplicada a la situación actual de la política nacional, con alianzas como la de Ernesto Sánz y Mauricio Macri; líderes de un espacio histórico de centroizquierda, como la UCR, y un partido de derecha, como el PRO, respectivamente. La carrera al poder parece estar por encima de las ideologías, y los partidos opositores siguen buscando unirse entre sí con el único fin de sumar votos.

Esta tarde, en el Hotel Hilton, Sergio Massa y José Manuel De la Sota sellaron lo que será un nuevo espacio político de cara a las próximas elecciones.

El líder del Frente Renovador y el gobernador de Córdoba, de ahora en más pasarán a conformar la agrupación ''Unidos por una nueva Argentina'' (UNA).

Ahora bien, estos acuerdos permiten realizar una cantidad diversa de elucidaciones, a saber: ¿Qué buscan los políticos opositores en cada una de sus alianzas? A simple vista, uno puede observar su ambición denodada de poder.

Hasta hace muy poco, el Frente Renovador de Massa se presentaba como una alternativa de cambio -lo mismo busca con este nuevo espacio-. Sin embargo, en el partido de Merlo es aliado con el -hace 30 años- intendente, Raúl Otacehe: ¿dónde quedó el ''aire renovador'' del que se jacta? De hecho, en las elecciones del 2013, donde se impuso por sobre Martin Insaurralde, Sergio Massa compartió lista con Menéndez, claro adversario de Otacehe en Merlo.

Y aquí se nos presenta nuevamente el quid de la cuestión; acuerdos que están por encima de cualquier ideología.

Al escuchar los discursos contrarios al oficialismo, uno no puede vislumbrar más que conceptos universales, vacíos de contenido; frases hechas que causen impacto en la sociedad. El manual opositor no sale del mínimo no imponible, la inseguridad, la inflación, etc.

Sin embargo, recavando testimonios, uno puede hallar otro factor común y de tintes más políticos: el ajuste.

De tanto en tanto, se menciona la situación del gasto público por parte del proyecto del Frente para la Victoria que encabeza la presidenta Cristina Fernandez de Kirchner, haciéndole creer a la gente que son ellos quienes pagan con sus impuestos los planes sociales.

Pero nada cierta es esta cuestión.

El gasto público, el plan social, es, ni mas ni menos, que un motivador de la economía. Es a partir de allí que se genera el consumo en las clases sociales más bajas. Sin embargo, de esto la oposición hace caso omiso. ¿Por qué? Porque, simplemente, su modelo neoliberal no ofrece tales posibilidades. El modelo del ajuste propone una reducción en el gasto público y la apertura del mercado a los capitales extranjeros, destruyendo la industria local (recordar sino, la crisis del 2001).

Pero, claro que no son tontos; el neoliberalismo favorece claramente a los empresarios, con salarios bajos y un gran número de desempleo que les permita mantenerlos en lo mínimo posible.

En resumen, se trata ni más ni menos que de dos proyectos de país: un proyecto político de inclusión versus decenas de alianzas neoliberales.