Después de recuperada la democracia, la inseguridad ha ido creciendo hasta convertirse en la principal preocupación de los argentinos. Deberíamos reconocer nuestro fracaso y no insistir terca y neciamente en aquello que nunca resultó.

Diagnóstico y tratamiento

Si el diagnóstico es errado, el tratamiento también  lo será y no se logrará la cura, y mientras elijamos autoridades que sostengan estas ideologías humanistas, liberales y ateas no podemos esperanzarnos en que el problema se resuelva.

Básicamente el humanismo cree en el valor supremo del hombre y en su bondad natural, por lo que la maldad que él pueda manifestar asume, fue generada por la sociedad (la "culpable").

De ésta forma el delincuente es una "víctima" de ella y cómo tal se lo trata. Se prioriza la "intención de recuperarlo", aunque no exista ni el mínimo arrepentimiento, y no en el que se haga justicia, se disminuyen las penas, se les dan salidas socio-laborales de hasta doce horas, se les paga un sueldo, se multiplican sus "derechos humanos" y pronto estarán en condiciones de "reinsertarse en la sociedad" volviendo a sus andanzas. Doce años ininterrumpidos de enfatizar en la inclusión social y en los derechos humanos demuestran claramente que resolver el problema de la inseguridad con éstas políticas es cómo tratar de combatir el fuego con querosén.

La solución es posible

La Biblia contrariamente a lo que sostienen éstas nefastas ideologías, afirma la necesidad de corrección de la tendencia natural del ser humano hacia lo malo (el pecado), ya que su comportamiento puede llegar a ser bueno y virtuoso como el de un ángel o maligno y perverso cómo el de un demonio.

También enseña que la autoridad debe imponer temor sobre los malos (Ro.13:1-4), ¿pero que vemos hoy? Que la que vive atemorizada es la sociedad, mientras que aquellos que eligen la delincuencia lo hacen sin mayores sobresaltos sabiendo que en el peor de los casos tendrán toda la protección de las leyes a su favor.

Los principios bíblicos siempre funcionan y un ejemplo contemporáneo de ello es Singapur, un país que era de los más violentos y con mayor índice de criminalidad en el mundo con tráfico de drogas, impunidad y corrupción en el Gobierno.

Las mujeres no podían salir de sus casas sin miedo a ser violadas o asesinadas y la situación empeoró con la llegada del terrorismo elevándose el número de homicidios.

En el año 2004 Lee Hsien Long realizó cambios radicales atacando fuertemente al narcotráfico, la corrupción, y las violaciones; depurando la policía, el sistema judicial y político e implementando una nueva legislación que le permitió desde entonces a ésta nación gozar de una sólida estabilidad.

Actualmente es un país próspero, con uno de los índices más bajos del mundo en criminalidad y violencia. ¿Cómo se logró éste "milagro"? Con un sistema jurídico que persuade e impone al delincuente castigos severos que lo obligan a comportarse de acuerdo a las leyes morales y civiles.

Aquellos que se postulan para presidir nuestro país, si pretenden solucionar éste importante problema que tanto nos afecta, deberían "tomar nota" de las recetas que sirven y no insistir en el error ni "tratar de inventar la pólvora".