Ser mamá es lo más hermoso del mundo…y también lo más difícil. Soy parte de una generación que creció pensando que ser mujer y ama de casa era un "combo fácil". Me imaginaba a mi misma en ese rol y sentía que tenía que haber algo más, que no era mérito para nadie administrar una casa y criar hijos… era algo que podía hacer cualquiera y entonces soñaba con conquistar el mundo.

Nos hicieron creer que las mujeres que se quedan en sus hogares eran las más débiles, que elegían una vida de comodidades amparadas en maridos que todos los meses depositaban el sueldo en el cajón.

Les pido perdón a todas por haber sugerido, en algún momento, que no quería ser como ellas y por seguir conceptos feministas vacíos, que nos llevan a enfrentarnos siempre con nuestro mismo género.

Todavía me acuerdo cuando, no hace mucho, decía querer tener una Familia numerosa, 3,4 o 5 hijos, como las tradicionales de antes, no como las de ahora. Si nuestras madres y abuelas pudieron, que tan difícil podía resultar?

Quería combinar eso con un trabajo exitoso, ser independiente, estar impecable todo el día, tener una rutina social, y que el resto viera que las mujeres podemos todo. Que es una cuestión de ganas. Que facilista resulta cuando planeamos desde la ignorancia y como quedamos en evidencia cuando no sabemos lo que está por venir…

Tuve un embarazo clínicamente envidiable.

Desde el día uno me sentí bien. No nauseas, no mareos, no vómitos, no cansancio. Así y todo me pareció una de las cosas más difíciles que me tocó atravesar. Lo asocio con eso…con la fantasía de que nos toca ser portadoras de bebes porque es fácil, porque nacimos para eso.

Es innegable, se experimenta un amor maravilloso, no se puede comparar con nada, la panza es un centro de felicidad y el mundo gira en torno a ello ¿Pero fácil?

Esa palabra ya no existe más.

Puede resultar insensible la "queja", frente a tanto amor y esplendor el resto no debería tener importancia, pero me parece genuino que podamos decir: ¡me encanta ser madre!, pero mírenme, valórenme, esta es la carrera de mi vida. Yo también soy un ejemplo, también soy una líder, también tengo talento, no necesito escribir un libro, ni tener un puesto jerárquico.

Y me lo digo también a mí misma, porque a veces tengo la osadía de volver a caer en el discurso pensando que exagero. Ahora que soy madre valoro millones de veces más el trabajo de la mía y pienso cuánta razón tenía cuando me decía: el día que tengas hijos vos vas a entender…

Hoy entiendo eso, que el amor desde el minuto uno es instintivo, pero el esfuerzo, el sacrificio y el valor de ser madre, es algo que trabajamos incansablemente todos los días y sin embargo, y a pesar de todo, sigue siendo lo más bello y valorable que hay.