Todo es vanidad. Vanidad es soplo, niebla ligera, vapor húmedo, aliento, humo: algo que no tiene consistencias, se desvanece enseguida, desaparece. Me refiero a la fragilidad humana, al ser ilusorio de las cosas, al desengaño que las mismas cosas reservan al hombre. La atmósfera en la cual se mueve la vanidad, es el mal; el mal que se ve como sufrimiento; el mal que se pronuncia, se produce, se sufre; el esfuerzo del trabajo; el dolor... y, por lo tanto, el esfuerzo ilusorio con el cual se resuelve toda actividad humana...

Todo es "vano".

Hay un solo destino para todo y para todos: hay un solo soplo, que es vano. Todo, absolutamente todo, está englobado en la fragilidad. Hay un solo destino, y es que todo camina hacia la muerte. Vanidad es, principalmente, ilusión. Nos creamos ilusiones, recubrimos la realidad con ilusiones.

Vanidad es la voluntad "vacía" de ilusionarnos: se cambia la verdad por la fachada, por el exterior que engaña, como la máscara que esconde el rostro. Vanidad es también tomarse a sí mismo demasiado seriamente, engañarse con la propia máscara. Vanidad es lo que no tiene futuro, sin perspectiva, perfectamente inútil, sin un mañana. El hombre trabaja, construye, gana... ¿para qué? ¿Cuál es la ventaja verdadera?

Vanidad es la proclamación trágica de que todo es pasajero, sin sentido.

El hombre debe empezar reconociendo su no saber. Esto es una lucidez que impide tratar de escapar de la propia condición buscando la distracción con una falsa confianza en el hombre y en el mundo. Esta es la humildad de la sabiduría. ¿Qué provecho saca el hombre de todas sus fatigas y de sus trabajos en este mundo?

Ésta es la pregunta fundamental y la respuesta es radicalmente incierta. En nuestra vida muchas veces creamos un circulo sin salida, que sólo imaginariamente da un sentido a la existencia: trabajar para ganar plata, tener plata para comer, comer para estar bien, estar bien para trabajar, trabajar para ganar... Pero ¿cuál es el sentido verdadero de este círculo...? ¿Tiene sentido todo esto?

Es el problema del sentido de la vida. Es solamente tocando la realidad, que la realidad misma toma consistencia.