Un miércoles 17 de Octubre de 1945la historia cambió para siempre. El pueblo trabajador pateó el tablero y enfrentóal gobierno que habíadetenido al Secretario de Trabajo, Ministro de Guerra y Vicepresidente Juan Domingo Perón, en la Isla Martín García 5 días antes.Aquellos sectoresque ya veían (y sentían) en Perón al líder que había comprendido sus necesidades, y había llevado a cabo las políticas que dieron la respuesta que esperaban desde hacía años,toda esa masa obrera se conglomeraba y marchaba hacia la histórica Plaza de Mayo.
La movilización que comenzó en La Boca y Parque Patricios, prontose complementócon las que provenían de las localidades del sur de Buenos Aires: Lanús, Avellaneda, Quilmes y, sobre todo, de la zona frigorífica de Berisso.Las bases obrerasdecidieron no esperar al paro general convocado por la CGT para el 18.
Los cabecitas negras habían llenado la plaza, habían tomado el porvenir en sus manos.
Y es que Perón había iniciado un procesode conquista dederechos laborales tales como la indemnización por despido, el Estatuto del Peón de Campo, el Estatuto del Periodista, entre otros; acompañado, a su vez, por un fortalecimiento del poder de los sindicatosque setriplicaron en número y aumentando en 100.000 el número de trabajadores sindicalizados. Todo esto coadyuvó al arribo de los sectores popularesala vida política argentina y a una participación cada vez más activa.
Los sectores oligárquicos, irascibles ante esta situación, no pensaban ceder el poder que habían concentrado durante décadas, y se veían amenazados por las políticas sociales de Perón.
Así comenzaban a gestar en la Argentina la trágicadicotomía entre peronismo y antiperonismo; polarizaciónpolítica motorizada, sobre todo, por los Estados Unidos a través del embajador Spruille Braden. El antiperonismo, con una fuerte carga imperialista y en oposición al gobierno, se autoadjudicó la bandera de la democracia, mostrándose abiertamente unido enuna fuerte movilización el 19 de Septiembre de 1945, conocida como la Marcha de la Constitución y la Libertad.
Esta fue encabezada por el radicalismo, figurasdel socialismo y del comunismo, el Partido DemócrataNacional y la Unión Demócrata Cristiana. Impactó de lleno en el gobierno de Farrell que cuestionó duramente las obras dePerón, forzándolo a renunciar el 8 de Octubre.Pero ni esto ni su posterior detención bastaron. El Pueblo ya tenía conciencia de sus derechos y no renunciaría a ellos ni volvería un paso atrás, avanzaría.
Y el avance sería con su líder a la cabeza.
Así, los hechos conducieron ala abrasadoramovilización popular que exigió a Perón, obligando a Farrell a liberar al coronel preso. Ya en la Casa Rosada, el presidentesorprendido por la concentración le pregunta a Perón qué había que hacer, quien sin titubeos respondió: "Llamar a elecciones, General. ¿Qué están esperando?".Luego de asentir, Farrell frenaa Perón que ya estaba dispuesto a irse diciéndole: "¡¿A dónde va?! ¡Déjese de embromar! Estos locos me van a quemar la Casa de Gobierno. Salga al balcón y hableles". De improvisto, Perón salió, por primera vez, al balcón de la Casa Rosada a hablarle a su Pueblo.
Allí sostuvo que ese era el pueblo de la Patria.
Allí comenzó el movimiento peronista a tomar forma, a izarse las banderas de la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política. Allí pidió Perón a su Pueblo que la unidad entre él y este sea indestructible e infinita.
El Pueblo sigue sosteniendo la promesa.