Donald Trump es el presidente electo de Estados Unidos y ya tiene un enemigo inmediato: los Medios de Comunicación de su propio país. El magnate inmobiliario tiene mala relación con distintos grupos: las mujeres, los latinos, los mercados y hasta el propio Partido Republicano. Pero su enemistad con la prensa será la peor pesadilla, para ambos. Su primer enemigo es el diario más influyente del mundo: el New York Times, quién lo trató de deshonesto, mentiroso e incompetente para ocupar el lugar de presidente de una nación.
Los medios de comunicación norteamericanos se sienten culpables de haber ignorado la magnitud del fenómeno Trump, y por ende de no haber advertido a los votantes de quién era el empresario en realidad.
La prensa está debilitada debido a una caída de los ingresos publicitarios y el poderío de las redes sociales. Viven con incertidumbre, ya que por primera vez se enfrentan a un mandatario que odia a los medios y no siente respeto por ellos. Trump promete medidas legales contra ellos y sacarles mucho dinero, aunque aseguran que no es algo fácil de hacer.
La prensa norteamericana encuentra antecedentes de esta 'guerra' en países como Turquía, China, Rusia, Venezuela y Argentina. Encuentran a Trump parecido al fallecido presidente venezolano Hugo Chávez en su forma de ser y gobernar. El populismo del magnate se asemeja a los latinoamericanos, donde un presidente se vuelve dictador. Tratan de mirar esos ejemplos y observar cómo 'sobrevivieron' a un déspota.
Los medios se arrepienten de haber reflejado a Trump sólo como un fenómeno de circo, sin chances de poder porque nadie votaría a un payaso.
La prensa advirtió al pueblo norteamericano que elegir al empresario era una locura con consecuencias catastróficas, pero 60 millones de estadounidenses ignoraron ese aviso. Los medios lamentan no haber escuchado a la clase obrera blanca y tratar de entender por qué ellos preferían al magnate. Ignoraron a las comunidades pobres de Estados Unidos y ahora sufren las consecuencias.