Esta reflexión será cortita y al pie. Simple, sin mayores vueltas. Al hueso de una. Axepsia va al grano, y yo no puedo ser menos.
Esto va a causar conmoción, sépanlo. Probablemente mañana se desplome Wall Street y el Yen devalúe. Gran Bretaña querrá volver a la Unión Europea como un perro arrepentido y Maduro cancelará la importación de papel higiénico a Venezuela. Caguensé. Lo puedo ver a Putín estrellando con odio un vaso de vodka contra las paredes del Kremlin. ¡Ya nada tiene sentido señores, todo está perdido! Perdidijillo, perdidijidijidillo…
Bueno, a tomar coraje.
Lo voy a decir. Siéntense señora, agárrense bien, evite desmayos. Tomamos aire profundamente, y aquí va: los 4 felices de maluma no existen, o mejor dicho, uno de ellos no existe. Los 4 jocosos… ¡son 3! ¿Ehh?
¿Cómo puede ser? ¿Cómo nos engañó tan fácilmente este latin lover grasún? Tanto perreo dilapidado. Primero nos enteramos que Alcides le escribió “Violeta” a una perra y ahora nos desayunamos esto. Es tumach.
“Es culpa de los fucking mexicanos”, dice Trump desde el norte. “El cuarto feliz llega en el segundo semestre”, dice Macri desde el sur. Cada cual lo asimila como puede, el mundo no sale de su shock. Nosotros podemos, tenemos que analizar esto críticamente y revisar que le pasó a esta joya de la prosa universal.
Aquí vamos.
En el hitazo “felices los 4” se plantea una situación simple. Una pareja, hombre y mujer, que atraviesa un evidente momento de zozobra. La vida en dueto evidentemente no los reconforta, al menos a ella, lo cual pareciera llevarla a buscar otro hombre. Tenemos entonces el siguiente pool: el hombre de la pareja (actor 1), la mujer de la pareja (actor 2) y el amante de la mujer (actor 3).
Hasta aquí, una canción hermosa.
Pero no todo en la vida es tan simple. Uno viene escuchando la canción lo más piola hasta que el estribillo te parte la cabeza al medio: “Si con otro pasas el rato, vamo’ a ser felí, vamo’ a ser felí, felices los 4”. Yo, vos, el otro y…. ¿dónde rábanos está el cuarto protagonista? ¡No lo puedo resistir!
Escucho una y mil veces esta canción contando con los deditos personajes y siempre me falta uno.
Al borde de la locura, uno llega a escribir este artículo. La pared llena de tríos de palitos tallados con una navaja, los vidrios de las ventanas garabateados con tiza al mejor estilo Rusell Crowe en Una Mente Brillante. Hay que poner punto final a esto. Por mi bien, por el de mi mobiliario y por el de mi casa, expreso mi malestar. Maluma querido, se que te importa un carajo, pero si el problema era la rima y te taraste al usar la palabra “rato”, a tu pretendiente la hubieses hecho con otro pasar un mes y hubieran sido felices, felices los 3.