Alejandra Caro proviene de una familia salteña muy pobre, que la llevó a pasar momentos muy difíciles en toda su infancia y adolescencia. Si bien su madre tuvo el coraje de separarse de su padre ya que era una persona violenta, no pudo darles una vida feliz a sus tres hijos. Alejandra junto a sus dos hermanos se pasaban el día en la calle y en el colegio mientras su madre trabajaba.
Como el dinero nunca era suficiente y Alejandra estaba comprometida a esforzarse para tener una vida con estabilidad económica y paz, tomó la decisión de irse a Tucumán.
Su objetivo era estudiar Derecho para saber defenderse y obtener el trabajo que le de esa tranquilidad que necesitaba. A los 18 años partió a Tucumán con $50 e ingresó a la Universidad Nacional de Tucumán. Durante casi cuatro años durmió en la calle, en la Iglesia o dentro de la Universidad porque no conseguía ningún trabajo estable. “Limpiaba en la fotocopiadora de la Universidad a cambio de las fotocopias que necesitaba leer para las materias, lavaba platos en algunos lugares y hacía dibujos con carbón en la calle Munecas para pedir trabajo y comida” cuenta Alejandra.
Todo esto cambió cuando conoció a un italiano que estaba de visita en Tucumán. A el le llamaron la atención sus dibujos en la calle y así comenzó una historia de amor corta pero tan fuerte que decidieron irse a vivir a Italia.
Al poco tiempo, ella queda embarazada de Massimiliano. Y tres años después, decide continuar sus estudios universitarios, pero en una disciplina que realmente se dio cuenta que le apasionaba: el Arte.
Durante su estadía en Italia, logró aprender cuatro idiomas además del español natal (italiano, inglés, portugués y alemán) y se graduó de Doctora en Bienes Culturales con las notas más altas de la Accademia Di Belle Arti Di Sassari.
Ese hito le permitió representar el arte italiano en Bilbao, restaurar el arte de Iglesias y de la Comune y vender cuadros de hasta 2000 euros.
Años más tarde, se divorcia legalmente de su marido y se va vivir a Alemania con su hijo. El Estado Alemán le obsequió mantenerla económicamente a ella y a su hijo a cambio de que aprenda el idioma para que más adelante pueda desempeñar su profesión en el país.
Este programa alemán es un privilegio que puede solicitar todo aquel Profesional extranjero que se encuentre viviendo en Alemania con el domicilio actualizado y sea experto en una disciplina no convencional. Hay ofertas de trabajos atípicos por la falta de Profesionales especializados. Lo interesante de esta propuesta es que no es necesario saber el idioma ya que el Estado te ofrece cursos gratuitos para aprenderlo intensivamente durante un año y, una vez que ya estás preparado sí te insertan en el mundo laboral.
Si bien Alejandra ha logrado superarse en cada paso de su vida, hoy cuenta que su sueño más grande aun no lo ha cumplido y espera lograrlo: formar una familia.
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