Hay una serie de cuestiones que pueden crear inquietud en los enfermos de hepatitis C y es bueno que dispongan de la información pertinente que aclare su situación, más aún cuando la afección se torna crónica y todavía no se cuenta con una vacuna contra el virus.

En la mayoría de los casos no se experimentan síntomas; únicamente algunas personas sienten fatiga, falta de apetito y dolor abdominal. Cuando el portador de esta hepatitis precisa la cura de heridas cutáneas, corresponde que le avise a quien lo asiste que no se manche con su sangre y le ubique un apósito que mantendrá hasta la cicatrización total.

Hay que limpiar toda superficie donde se haya esparcido su sangre. En cuanto a la ropa, no hay riesgo de contagio. Se puede lavar junto con la de sus convivientes.

No proporcionarle a nadie el propio peine, el cepillo de dientes, la máquina de afeitar, el cortauñas y elementos de manicuría; estos últimos contaminan si surgen erosiones en la piel. Además, nunca hay que compartir jeringas ni agujas para inyecciones, sino manipular material descartable o esterilizado; igual medida rige para tatuajes o piercings, uso de drogas por vía intranasal e instrumentos para inhalación de cocaína u otras sustancias. No transfundir sangre.

En cuanto a la vajilla, solo si hay lesiones sangrantes en la boca, los platos, vasos y cubiertos de los que se ha valido el enfermo tienen que higienizarse con agua caliente, detergente y lejía.

Si no coexisten tales afecciones, no resulta necesario separar la vajilla de la que utilizan otros comensales.

Por otro lado, la transmisión del virus es factible a través de relaciones sexuales aunque no habitual. El preservativo es imprescindible para prescindir de la infección.

El sudor la saliva y las lágrimas no transfieren la enfermedad.

Por otro lado, en la mujer embarazada el peligro de infección es de solamente 3,5%. Se ignora si el virus pasa al hijo dentro del útero o al momento de parir cuando el bebé se contacta con la sangre de la madre. Está contraindicado el embarazo si la mujer se halla bajo tratamiento con antivirales, ya que es viable que el feto sufra malformaciones.

El contagio por el VHC no impide que el niño sea amamantado; sí debe evitarse si la mamá infectada es medicada con Interferón, Ribavirina e inhibidores de proteasa.

Bajo el efecto de los antivirales hay que soslayar o limitar la exposición al sol para que no aparezcan adversidades cutáneas. Es recomendable hidratar la piel y aplicarse protector solar de alta concentración. Es importante destacar que en el mundo occidental existen entre 170 y 240 millones de portadores del virus de Hepatitis C, que además es la primera causa de enfermedad crónica del hígado.