Un grupo de aficionados está trabajando en realizar un"demake" –es decir, adaptar un juego para hacerlo parecer de unaconsola anterior– de “The Legend of Zelda: Ocarina of Time”, pasándolo de losgráficos tridimensionales de Nintendo 64 a unos que podrían funcionar en SuperNintendo, a pesar de que esta adaptación se ejecuta en PC.

El juego cuenta con todas las mecánicas del día y la noche,la música, el sistema de tiempo, e incluso las secuencias cinemáticas del juegose han adaptado a las dos dimensiones, con un estilo visual en la línea de “TheLegend of Zelda: A Link to the Past”.

Por ahora solo están en el nivel de la demo, pero el trabajocontinua y por ahora está siendo un proyecto muy satisfactorio. Resulta muyrefrescante ver por fin un proyecto que en lugar de mostrarte unos gráficosespectaculares te muestra un juego con una historia sólida y que puede gustarsin gráficos.

La tendencia actual en los videojuegos es aumentar yaumentar los gráficos. Ya nadie anuncia sus juegos como los más divertidos delmercado o como los que más horas te durarán. Los videojuegos ahora se anunciancon vídeos de las imágenes del juego y con carteles enormes que te cuentan lasburradas gráficas que puede hacer. Hoy en día el “Tetris” sería un juegomediocre que nadie querría. Vivimos en la era del vídeo, no del juego.

Por eso resulta tan gratificante llegar a ver un videojuego queapuesta por la diversión, por una historia y que renuncia directamente a losgráficos. Que destila lo que significa un juego y lo pone en la pantalla sindisfrazar un juego mediocre con unos gráficos potentísimos, pero que realmenteno aportan nada a la jugabilidad.

Que nadie me malinterprete, yo estoy muy de acuerdo en queun videojuego tenga unos grandes gráficos, de hecho me encanta que los gráficossean excelentes. Sin embargo hace mucho que dejaron de ser el lazo con el quese adorna un paquete sólido y con valor por sí mismo para convertirse en laparte principal del videojuego. Cada vez hay más bits, polígonos, texturas ycolores y menos diversión tras las capas de maquillaje.

La industria no sigue ese camino, pero en ocasiones desearíaque alguien reinventase el “pong”.