Anteriormente, dimos cuenta del crecimiento de Instagram en los últimos tiempos. En abril del 2012, Facebook la había comprado por 1.000 millones de dólares. Una suma enorme que resulta pequeña si se la compara con los 19.000 millones que pagó la empresa fundada por Mark Zuckerber por WhatsApp.
Tres años después, Instagram alcanzó los 400 millones. Más importante todavía, ha superado el número de usuarios que presenta el coloso Twitter, y por mucho.
La red del pajarito tiene 500 millones de usuarios, pero poco más de 300 millones están activos (N. del R: mientras que Facebook en 2013 había crecido el 3 por ciento, la red de las fotos había sumado un 23 por ciento más de suscriptores activos).
Por más aplicaciones que agregan, Facebook como Twitter, el crecimiento de estas dos Redes Sociales se ha estancado. Instagram es lo contrario. ¿Por qué no para de crecer? No tiene la influencia política de Twitter, pero lo superó en usuarios activos. No tiene el engagement de Facebook (pasamos sólo unos minutos por día en Instagram) y, sin embargo, ya alcanzó una tercera parte de la audiencia del gigante de las redes sociales.
Una posible explicación es que las imágenes, salvo casos muy excepcionales, no necesitan traducción. Por ejemplo, un usuario 'X' que vive en Finlandia, firma con su usuario y puede intercambiar comentarios (en inglés, probablemente). Pero, en si, el vínculo es visual.
El punto no es el idioma. El punto es que existen varios miles de idiomas en el mundo e Instagram puede atravesarlos todos sin encontrar resistencia. La capacidad de Instagram de trascender fronteras es mucho mayor que la de Facebook y Twitter, confinados por definición a un localismo, termina por abarcar audiencias en determinadas provincias o regiones .
La vida en un clip
Con mayor o menor suerte, todas las redes han sumado la posibilidad de subir pequeños fragmentos de video.
Pero en Instagram esta transición fue más natural y supo ser explotada por diversos sectores, desde bandas de rock hasta The Nacional Geographic y la Estación Espacial, por ejemplo.
Debido a economía de recursos, Instagram funciona también como un historial fotográfico de tu vida, uno que, además, lo llevas en el bolsillo.
Otro de los aspectos asombrosos de esta red social es su ductilidad, un rasgo que comparte con Twitter. Uno puede no usarlo para subir sus imágenes, sino para seguir a fotógrafos y otros artistas visuales. O restaurantes. O fabricantes de autos. E incluso es posible combinar ambos modos, porque en el botón que lleva a nuestro perfil siempre poderlos ver todas nuestras fotos.
Además, el tiempo que suelen llevar las redes sociales. Por ejemplo: Facebook se entra dos o tres veces por día. Se mira por arriba, cada tanto se mira un link, se le da "Me gusta" a los amigos, etc. Lleva tiempo, ¿verdad?. Twitter también es demandante, pero configurado puedo mantenerme más o menos al día.
Instagram, todo lo contrario, es sin esfuerzo. Das "Me gusta" con un doble toque, sacás fotos, elegís filtros, las subís, y ya. El hecho es que, por todo lo dicho, ya son 400 millones y entendiéndose sin decir palabra.