A la orilla del Río Sena en el barrio número 18 de la ciudad y capital francesa se encuentra el bohemio barrio de Montmartre, el cual había sido una población independiente hasta 1860. En aquellos tiempos había adquirido muy mala fama debido a los cabarets y burdeles que se instalaron en la zona, pero diferentes artistas decidieron mudarse a lo que ellos consideraba un barrio encantador para convertirlo en el maravilloso lugar que es ahora, reconocido desde entonces como el "Barrio de los Pintores".
En mis vistas a París es un paseo obligado, es un placer caminar por sus angostas y empinadas callecitas con tiendas de souvenirs por donde quieras y antes de llegar a la cima donde se ubica la Basílica del Sagrado Corazón te encuentras con la Plaza de los Pintores, reconocida así popularmente, pero su verdadero nombre es la Plaza du Tertre.
Es uno de mis sitios preferidos, en épocas festivas la plaza se encuentra decorada con luces por todos lados y los artistas en plena acción. Con cafés y restaurantes alrededor disfruto de sentarme allí a ver la gente pasar mientras me tomo un té caliente o porque no una copa de vino con típicos quesos franceses.
El barrio de Montmartre fue cuna de los impresionistas y de la bohemia parisina del siglo XIX. Como mencionaba, varios artistas se habían instalado ahí en lo mas alto de la colina y como algunos de ellos se hicieron famosos la plaza se convirtió poco a poco en un mercado destinado al dibujo y la pintura. Hoy es un barrio comercial pero con fuertes rasgos de aquella época como la plaza con su mayor exponente y el Café de 2 Moulins junto a los cabarets Moulin Rouge y Lapin Agile.
La Basílica de Sacre Coeur es principalmente conocida por su cúpula blanca, la cual puede verse desde distintos puntos de la ciudad. Se comenzó su construcción en 1875, dedicada a la memoria de numerosos ciudadanos franceses que habían perdido la vida durante la guerra franco-prusiana. Es uno de los monumentos más visitados de París luego de la Torre Eiffel.
La Basílica tiene forma de cruz griega adornada con cuatro cúpulas, el domo superior tiene una altura de 80 metros y se inspira en la arquitectura romana y bizantina. Sin duda, un paseo infaltable en sus días por París.