Las niñas y los Niños se acostaron temprano la noche delsábado 30 de Mayo y dejaron a papás y mamas cenar tranquilos, quizás a la luz de las velas.Hijos e hijas se acostaron temprano, cansados y felices. Los adultos entoncesagradecidos y satisfechos por haber elegido llevar sus chiquitos al conciertoque realizó Luis María Pescetti por la tarde del sábado en el Club AtléticoCity Bell. 

Contado a simple vista de este redactor, alrededor de 300personas, entre grandes y chicos, dos niños por cada adulto aproximadamente,llenaron el amplio Club de la localidad platense y disfrutaron a este maestrosantafesino que durante una hora y media hizo reír, gritar, bailar, menear atodos.

Minutos antes de las cinco de la tarde Luis María Pescettiapareció por atrás del escenario, humildemente solo con su guitarra, apoyó elpie derecho sobre una silla, para apoyar el instrumento sobre la rodilla ycomenzó a cantar “Accidente”: “Hoy es un día muy anhelado, viene la dama quesiempre he esperado, limpié la casa, barrí la calle, ordeno y cuido cadadetalle, que nada falle”.

La letra de las canciones aparecía bien grande en el fondodel escenario para que todo el club (por lo menos los mayores) podían irsiguiendo la canción. Así sucedía que de a momentos la gente explotaba en risascomo si fuera un chiste cordobés durante una temporada marplatense. Y duranteesa misma primera canción sobre una primera cita de amor, en un momento: “medescompongo de tanto miedo, y de repente, muy traicionero, se escapa un pedo”.Pescetti tiene esa cara de estar contento pero de disimular la risa que lecausarían sus propias canciones, y como buen actor, sigue cantando como sifuera una letra común.

Tras recibir aplausos de bienvenida, comienza la segundacanción, llamada “Niño Canibal”: “Yo soy un niño caníbal y nadie me quiere ami, no me quedan amiguitos porque ya me los comí”. Esta se transformó en una delas canciones más conocidas y más cantadas por los niños, pero cuando empiezacantarla y se oyen las voces de la gente Pesetti frena de golpe y dice “nocanten, no la canten”, comienza de nuevo y nuevamente reta al público “Nocanten!”, hasta que a la cuarta vez comienza e interpreta el tema con el corode todo el público en el estribillo, muchas más risas y bailes.

Continuó con “Mal comportamiento” un tema rápido con estilofolk norteamericano donde se pone en la piel de esos niños complicados. Siguiócon el hit infantil “El Campamento”, “Cinco ranitas con pequitas”, “Bua JaJaJa”(“una canción que se van a morir de miedo”, decía Pescetti siempre acudiendo ala clave de ironía que entiende hasta el más niñito), y de pronto interrumpió con“La tortuguita” (que la canta para molestar, con ánimo de canción extremamenteinocente que utiliza cuando bromea que algún niño del público le dio miedo lacanción anterior; y todo el mundo lo abuchea); también cantó “Yo lei Harry Pottery me gustó”, “Gracias” y muchas otras canciones.

Los movimientos de los chiquitos y chiquitas que ya no estána upa, son pendulares: de a momentos saltan, gritan, cantan, bailan, o sedistraen con otra cosa; y durante otro tipo de canciones se congelan a mirar yescuchar a ese hombre de anteojos que han escuchado en sus casas y, no sabencómo, conocen las letras de las canciones.

Así, pasadas las seis de la tarde, Pescetti cuenta, cantandoen base a algunos acordes, que se tiene que ir, porque nunca le habían tocadoniños y niñas “tan feos”, “que de tan feos son horribles” y que “de tanhorribles son imposibles”. Todo el club se ríe, y finaliza el recital contandoque está muy contento de estar sentado allí pues comenzó su carrera de cantoren La Plata, en “La Vizcachera”, hace “muchísimos años”:s e trata de una casade empanadas, de peña y cantores, que según cuenta el mito, el propietario eranada menos que “El Chango” Nieto, un ídolo del folklore salteño y nacional.