Honestamente jamas pensé que esa señorita, la famosa Ilsa Lund de "Casablanca" estuviese de verdad dispuesta a quedarse al lado de Rick Blaine y dejar de lado a su esposo. Cuando vemos la escena final de la película esta muy claro que ella lo que realmente anda buscando y lo que realmente necesita es que él sea un poquito mas vivo y le insista para que se suba al avión entre la niebla, porque vamos... Somos todos grandes, su deseo de permanecer en Casablanca es solamente un acto de estricto fingimiento, digamos una actitud retórica.

Ni siquiera un tipo como Rick puede retener a una chica como ella.

No quiero ni siquiera pensar lo que me habría contestado a mi Ilsa Lund en el caso de haber llegado yo con ella a ese aeropuerto de Casablanca. Seguramente me daría un beso en la mejilla y se iría corriendo hacia el avión por delante de sus pies.

Yo me hubiese quedado así, sin mi cara de sorpresa, porque las mujeres como ella nunca dudan entre amor y confort. Seguramente, casi en un susurro me diría: «Lo lamento mucho, cariño, pero la única verdad es que tengo que subirme ya a ese avión o voy a echar por la borda toda mi vida para siempre. Sos un caballero pero no lograste elegir el momento para retenerme. ¿Decime no tenes los ojos en la cara? Porque el tiempo esta cada vez peor y sabes muy bien, o al menos eso creo, que la niebla riza mi cabello.

¿Por qué te esforzás en creer que mis emociones pueden más en mi corazón que la pesada humedad de este lugar en mi cabeza?».

Se hubiese ido sin mirar atrás, como se va Ilsa Lund mientras Rick Blaine se traga con cinismo la amargura de la despedida y el tipo ese del capitán francés convierte un tremendo fracaso en una frase con la que salir airoso.

Michael Curtiz jamas definió con mucha claridad y objetividad el personaje femenino de la película y quizás por eso cada uno de nosotros podemos juzgar a Ilsa como queramos. Yo la tengo muy clara. Muy pocos días después le llegaría a Casablanca un sobre con una carta suya dejando las cosas mas que claras: «No se porque te esperabas algo de novela de mí.

Te decepcione en París y te dejé en Casablanca. De verdad te digo que lo siento. Y por favor no te enojes. Pero supongo que podrás consolarte pensando que yo solamente fui una mancha en tus anteojos».