El golpe de estado del 24 de marzo de 1976 encabezado por el general Jorge Rafael Videla fue patrocinado por el imperialismo en connivencia con los sectores del poder económico local e internacional en el marco de la tristemente celebre doctrina de la seguridad nacional impulsada por Washington durante la década de 1960 ante la influencia de la revolución cubana.

Esta asonada militar tuvo por objetivo frenar el avance de las movilizaciones nacidas al calor de las rebeliones populares, obreras y estudiantiles en Tucumán, Corrientes, Rosario y Córdoba en mayo de 1969 contra la dictadura de Juan Carlos Ongania y fortalecidas con la creación de los movimientos armados a principio de la década de los 70 (Montoneros-PRT) y con otras grandes huelgas Obreras como las desarrolladas durante el año 1975 con las políticas de ajuste aplicadas por el ministro de economía Celestino Rodrigo durante la presidencia de María Estela Martínez.

La dictadura inaugurada el 24 de marzo de 1976 desencadeno una demencial represión que causo 30000 desaparecidos, cientos de miles de detenidos y exiliados y el robo sistemático de niños recién nacidos dicha represión vino acompañada de la destrucción de un modelo de bienestar social y sustitución de importaciones que regia desde la década de 1940, a cambio se aplico un modelo económico de libre mercado y privatización de los recursos en perjuicio de la clase trabajadora y en beneficio de la destrucción de la industria nacional con el beneplácito del capital privado local e internacional.

Esta feroz dictadura se dio en el marco del operativo cóndor dirigido por diferentes administraciones estadounidenses (Richard Nixon, Gerald Ford, James Carter y Ronald Reagan) y aplicado a rajatablas por las dictaduras del cono-sur (Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Brasil, Perú y Ecuador) en coordinación con los servicios secretos del imperio (CIA, FBI, DEA, Escuela de las Américas, etc) con el objetivo de frenar la lucha revolucionaria en estos países, dicho operativo se repetiría en américa central con el respaldo de los escuadrones de la muerte argentinos (Batallón 601) bajo el nombre de Charlie (sobre finales de la década de 1970 y principio de la década de 1980) con el objetivo de frenar a los movimientos radicales de Nicaragua, El Salvador y Guatemala.

Durante la década de 1990 las políticas económicas instauradas por estos regímenes fueron profundizadas por los gobiernos "democráticos" a través del denominado "consenso de Washington".

En la actualidad el gobierno de Macri relanza una nueva etapa neoliberal, para eso fortalece las políticas entreguistas hacía el gran capital impulsadas por administraciones anteriores (Contrato YPF-CHEVRON), busca un nuevo endeudamiento a través del pacto con los denominados fondos buitres e impulsa el achique de las políticas publicas, a la vez legitima una serie de medidas represivas (Ley anti-protesta) contra las movilizaciones sociales y pretende convertirse en el principal aliado del imperio yanqui en su nueva política injerencista en la región con la que se busca destruir a los gobiernos que actúan con alguna independencia por medio de un nuevo operativo cóndor bajo el objetivo de instalar una nueva lógica neo-colonial vía tratados de libre comercio.

Debemos tener como guía y ejemplo la lucha de nuestros 30000 hermanos desaparecidos para seguir batallando contra las nuevas ofensivas imperialistas.