La conexión entre hipocampo y orientación espacial es conocida desde los años 50’ a través de los primeros descubrimientos en pacientes con daño cerebral. Estudios posteriores en modelos animales en los ’70 revelaron que en el hipocampo existen neuronas que codifican el espacio por los que los animales se mueven y representan el ambiente formando “mapas cognitivos”.

Los estudios de Eleanor Maguire

Fueron los estudios de Eleanor Maguire, de la Universidad de Londres que mostraron directamente la relación entre el hipocampo humano y una tarea específica de navegación espacial.

En sus trabajos publicados desde comienzos de este siglo, la investigadora analizó por medio de resonancia magnética los cerebros de taxistas londinenses con distintos niveles de experiencia en su trabajo. En Londres, para poder obtener una licencia de taxista, se les exige a quienes aplican que aprendan y recuerden miles de calles de la ciudad y diferentes puntos icónicos (como ser hospitales, centros turísticos, etc.). Llaman a este entrenamiento “being on The Knowledge” (“tener El Conocimiento”) y se requieren años de estudio para lograr pasar el examen. La investigadora analizó los cerebros de taxistas con distintos niveles de experiencia y los comparó con un grupo control de hombres que no eran taxistas.

Lo que vio fue que el hipocampo de los taxistas presentaba mayor volumen en su parte posterior que el de los hombres que no se dedicaban a esa tarea (controles). De hecho, el tamaño del hipocampo posterior aumentaba más con más años de experiencia. Así mismo, encontró una relación inversa para la parte anterior del hipocampo, que disminuía con los años de experiencia de los taxistas.

En estudios posteriores presentados en 2006 en la revista Hippocampus, Maguire comparó el tamaño del hipocampo de taxistas experimentados con el de colectiveros de Londres. Este estudio era interesante porque los colectiveros, a diferencia de los taxistas, realizan un único recorrido fijo y no necesitan memorizar miles de calles y rutas.

El análisis mostró resultados similares a lo que ocurre al comparar con la gente “no taxista” o control: los colectiveros presentaban un hipocampo posterior de menor tamaño pero un hipocampo anterior algo mayor.

El vínculo entre hipocampo y la orientación

Las Investigaciones de Maguire concluyen que probablemente los taxistas experimentados que deben recordar gran número de direcciones requieren mucha materia gris para representar el espacio (como un gran mapa detallado) y probablemente el hipocampo posterior es el encargado de esa representación. Los altos requerimientos del hipocampo posterior de los taxistas vendrían a costa de pérdida de volumen del hipocampo anterior que estaría más relacionado con la adquisición de características visuales novedosas del ambiente.

De hecho en los estudios se ve que los colectiveros, en comparación con los taxistas, tienen mejor capacidad para recordar características visuales de un lugar nuevo y desconocido. El “gran mapa de Londres” que recuerdan los taxistas experimentados podría entonces interferir con la capacidad de aprender a ubicarse en un lugar nuevo.

Estos estudios son claras evidencias de que hay una probable relación entre la morfología del hipocampo y las capacidades de orientación humanas. Y, quizás lo más interesante, que estos cambios morfológicos pueden darse mediante entrenamiento prolongado durante la adultez.