Ricky Rubio es actualmente uno de los activos más importantes de los Minnesota Timberwolves. Es el jugador franquicia del equipo, especialmente ahora que algunas estrellas han decidido emigrar hacia pastos más verdes y toda la responsabilidad de llevar al equipo hacia la victoria ha recaído en un jugador que está, incluso a día de hoy, en franco ascenso y en la senda de la mejora continua como organizador de juego.

Sin embargo, últimamente el equipo empezaba a poner en duda el valor real del jugador nacido en España. Durante muchos años ha sido una de las piezas clave del equipo, pero nunca ha sido un jugador excesivamente anotador, lo cual es un argumento en contra para un jugador de tan alto nivel.

Muchas argumentan que no se puede pagar del mismo modo a un jugador que aporta más de treinta puntos por partido y a otro que no llega a los diez. La vara de medir es muy clara y el jugador español no da la talla en cuanto a anotación se refiere, por mucho que sea el jugador franquicia.

Otros, por el contrario, alegan otros aspectos de su juego para apoyar que se le retenga. El primero de ellos es que deportivamente es un jugador muy valioso. Es líder de su equipo en robos, robos por partido y asistencia y está en el podium de la liga en estas estadísticas. Una asistencia no es solo un pase, es un pase que logra llegar a anotación, lo cual quiere decir que ha logrado aportar algo a la anotación.

Un robo implica no solo la obtención de la posesión del balón, con la lógica posibilidad de anotación que dicha posesión implica, además es la negación de la posesión del contrario, lo que resta puntos a tu oponente y eso es muy similar a sumar para el equipo, ya que se trata de marcar más que el otro equipo.

Pero además si hablamos de dinero Ricky Rubio aporta mucho en este aspecto.

Es un jugador espectacular, verle sobre la cancha es un placer. Es una estrella por sí mismo y a las estrellas hay que pagarlas. Las estrellas vende camisetas, entradas, logran contratos de publicidad y mejoran contratos de televisión. Eso es dinero y sin él no estaría en las arcas de los Timberwolves. Tal vez ese dinero tenga que revertir, al menos en parte, en él. Ahora la oferta está en 52 millones de dólares en cuatro años. Las estrellas hay que pagarlas.