El conjunto de Marcelo Gallardo pareció no haberse sacado de encima el denso espíritu que dejó la serie frente a Boca. El desgaste mental y físico sufrido en los octavos le jugó una mala pasada en el Monumental y cayó frente al equipo brasileño por el gol de Marquinhos, en la ida de los cuartos de final.
Fue una versión de River sin intensidad y reacción, dos características que dejó la semana pasada en la Bombonera. No pudo hacer pie en el mediocampo, el doble cinco de Ponzio y Kranevitter no pesó a la hora de recuperar la pelota ni de cubrir los espacios cuando tenía que hacer retroceso.
Tampoco fue lúcido en ataque pero tuvo algunas situaciones de gol en los pies de Teo Gutierrez, que sigue sin estar fino a la hora de la definición. La movilidad de Martínez no gravitó como Gallardo esperaba y esto desconectó a los mediocampistas de los puntas, que tuvo a Mora entre los rendimientos más bajos.
Con pocas llegadas pero muy claras, Cruzeiro repitió la historia de la mano del arquero Fábio y los delanteros Damiao y Marquinhos: venció otra vez al Millonario como en diez de las trece veces que lo había enfrentado.
Los más recordados: la Copa Libertadores de 1976, que perdió después de tres partidos (en el tercero, en Santiago de Chile, por 3 a 2) y la Supercopa de 1991, dónde luego de un buen arranque en la ida (2 a 0), en la vuelta cayó estrepitosamente en Brasil por 3 a 0.
Pensando en la revancha, Gallardo se sinceró en conferencia de prensa: "Vamos a tener que generar mejores situaciones. Nosotros también nos podemos encontrar con un gol. Tenemos que ser inteligentes para entender los momentos del partido y estar mucho mejor de lo que estuvimos. Más allá de lo mental, es una cuestión futbolística.
Intentaremos hacer un mejor partido".
Ahora, con este complicado panorama, River deberá cambiar la imagen y dejar atrás todo lo extra-futbolístico vivido si quiere ganar por primera vez visitando al Cruizeiro, para que ese Negro horizonte se transforme con una victoria en Belo Horizonte.