A pocas horas del ataque con gas pimienta a jugadores de River que obligó la suspensión del superclásico con Boca disputado en la Bombonera, el ministro de seguridad se limitó a resaltar lo evidente, es decir, que hubo "negligencia y fallas" de seguridad durante la organización del riesgoso encuentro. Asimismo, aprovechó los micrófonos para salirse de contexto y defender su gestión política, recordándonos que gracias a su lucha contra las barras bravas (y otras mafias), hace más de un año y medio se persigue e investiga a las mismas sin descanso.

Lo cierto es que las declaraciones del secretario permiten vislumbrar dos cuestiones que dejan en un segundo plano y terminan eclipsando el hecho fundamental, es decir, el aberrante ataque con gas pimienta a los jugadores visitantes.

En sus declaraciones, lo evidente adquiere un protagonismo que no merece, puesto que la gente que aspira a un Fútbol "sano" espera otro tipo de respuestas frente a un hecho tan grave. ¿Qué aporta manifestar que hubo "negligencia y fallas" en la seguridad del encuentro?, ¿Los hechos no hablan por sí solos? No es posible imaginar al secretario diciendo que todo estuvo perfectamente previsto y la seguridad garantizada al cien por ciento, puesto que implicaría una hipocresía de proporciones.

Pero la evidencia no fue la única protagonista de sus declaraciones, puesto que sus palabras se desplazaron al terreno de la propia gestión política. Mientras la sociedad indignada esperaba escuchar líneas de acción, pruebas concretas que permitan dar con los responsables, y medidas para evitar hechos similares en el futuro, Berni consideró más oportuno recordar que por su "pericia política", un juez federal investiga a cuantiosos barra bravas desde hace más de un año y medio.

Nadie niega que sea así, pero… ¿y el gravísimo ataque con gas pimienta a los jugadores de River durante el encuentro de Copa Libertadores?

A pesar del desvarío entre el hecho actual, candente y concreto, y las palabras del funcionario responsable de la seguridad, se podría reconocer, -aunque con esfuerzo- que lo evidente podría considerarse un ejercicio de sinceridad y un laxo intento de asumir alguna responsabilidad.