Los hinchas siempre esperan que los jugadores que se van siendo muy jóvenes a jugar al exterior, con su valija llena de ilusiones, regresen con más experiencia para retirarse en sus clubes predilectos. Para cualquier hincha millonario, sin duda una de las vueltas más esperadas fue la de Pablo Aimar. Ayer, 14 años después, el cordobés volvió a pisar el Monumental vestido de rojo y negro.
No sólo los hinchas de River ansiaban volver a verlo. Con su humildad y su habilidad con la pelota, Aimar se ganó el cariño de muchos argentinos a lo largo de su carrera.
Esa gratitud se vio reflejada con el recibimiento en el Monumental. A los 30' del segundo tiempo, Marcelo Gallardo lo llamó, le dio algunas indicaciones y el estadio latió coreando su nombre. El saludo entre el técnico y "Pablito" fue muy especial.
Tras una larga carrera en Europa, parecía que había llegado la hora de su retiro. En el último tiempo, las lesiones le estaban jugando una mala pasada y no lo dejaban recuperarse plenamente. Pablo tuvo tres operaciones de tobillo en los últimos años, que lo hicieron pensar en alejarse definitivamente de las canchas. Hacía más de un año que el jugador estaba parado, luego de despedirse del Johor Darul Tazim FC de Malasia. Su último partido en River había sido el 17 de diciembre del 2000, en la cancha de Lanús, y desde ese momento todos los millonarios esperaron su vuelta.
Con el número 35 en la espalda, el "Payaso" entró e inmediatamente desplegó todo su talento con un caño al jugador de Rosario Central Gómez Andrade. Todo el cuerpo técnico estaba atento a la respuesta física del jugador, y todo salió como esperaban. Incluso, "Pablito" le dio una habilitación maravillosa a Boyé.
Al finalizar el partido, con victoria para River, Aimar lució muy emocionado.
"Fue algo increíble. Quería que mis hijos vivieran esto, porque nunca me vieron jugar en el Fútbol argentino", fueron sus dichos mientras el Monumental completo lo ovacionaba. Ahora, el volante seguirá entrenando como desde hace 5 meses, a la par de sus compañeros, para conseguir ritmo y constancia, que le permitan ganarse un lugar entre los titulares del equipo de Gallardo.