Desde aquel verano del año 2001, pasaron 14 años. Aimar jugaba su último partido y dejaba River como tantos otros lo han hecho. Los hinchas de aquel entonces, emborrachados por las mieles del éxito y del buen Fútbol, no vislumbraban el negro futuro que estaba marcado para la institución deportiva más grande de la Argentina.
Pablo César Aimar, nació en Río Cuarto, Córdoba el 3 de noviembre de 1979. Allí en el Estudiantes de su ciudad, empezó a mover el balón hasta llegar a las divisiones inferiores de River. Fue Daniel Passarella el que insistió para que lo lleven al club, debido a las extraordinarias condiciones que mostraba el chico.
En 1995 antes de cumplir los 16 años fue convocado a la selección juvenil Argentina, conducida por Pekerman, donde logró un subcampeonato sudamericano y un tercer puesto en el mundial de la categoría.
En 1996, llegó el debut en River, conducido por Ramón Díaz y con Francescoli en cancha, Aimar supo adquirir de sus mentores lo mejor. La influencia del brasileño Delem habrá hecho su trabajo también. Así consiguió el tri-campeonato ap. 1996, cl 1997 y ap 1997 además de la supercopa 1997.
Ese año, fue convocado nuevamente para el seleccionado juvenil sub 20, donde junto a Riquelme, lograrían el sudamericano y el campeonato mundial de Malasia 97, otra vez con Pekerman quien afianzó sus capacidades.
Aimar solo contaba con 18 años y seguía triunfando, desde el banco.
Pero, Pablito trabajaba con humildad. River sufrió un recambio desde 1998 hasta la segunda mitad de 1999. Había debutado Javier Saviola, quien junto a Angel, formaron una delantera letal que jugaba un fútbol vistoso y que demolía a cuanto rival se le acercara.
Entre el torneo apertura de 1999 y el clausura del 2000 River logró 87 puntos y 89 goles a favor. Pero las estadísticas son frías y la forma de transmitir el juego a los hinchas de Aimar, Saviola y Angel, hacía que los estadios estallaran y que los rivales muchas veces reconocieran la tremenda categoría de sendos jugadores.
En el apertura del año 2000 se sumó a estos otro ídolo ya consagrado de la entidad de Nuñez: Ariel Ortega. La prensa los catalogó como los 4 fantásticos. Y lo eran. De los últimos 30 años de fútbol, no se recuerda jugadores que hayan hecho los lujos de aquellos.
Los quisieron opacar por no haber salido campeones, mientras Boca de la mano de Bianchi, salía campeon de América y del Mundo, gracias a las patadas de Serna contra el mismo Aimar que adrede investigó cual era su tobillo lesionado para pegarle allí, durante los cuartos de final de la copa Libertadores del año 2000. Resulta gracioso escuchar a quienes hoy dicen que los jugadores de River debieron ser expulsados, cuando en aquella copa, solo hablaban de la personalidad del ganador.
Sin embargo, en el corazón de los hinchas de River siempre quedaron esas pinceladas, esas gambetas, esos toques de pura habilidad de potrero, regaladas al Primer Mundo. Y nos fueron secando el manantial de estrellas que brillaban por luz propia y no por las luces televisivas. Bajo la escuela antideportiva del fútbol, lo fueron lesionando de a poco. Jugó en Valencia, Zaragoza, Benfica, Takzim de Malasia y en la selección Argentina.
Por eso siéntese en la cancha o a ver su TV. y mientras Aimar juegue apláudalo en cada pelota que acaricie con sus pies y nos regale un caño o un tiro libre al ángulo. Tal vez nos haga disfrutar algunos meses más de ese fútbol "Champagne" que tanto añoramos. El "payaso" está de vuelta y es de River.