Cuando tienes 20 años, tienes una vida por delante. El noviazgo, el estudio y el futuro trabajo que vas a realizar abarcan todo tu pensamiento. Además te dicen que tienes toda una vida por delante. Cuando llegas a los 30 años, es hora de recoger lo que has sembrado, esto es haberte recibido en la universidad o de un terciario que hayas hecho. Hora de encontrar un trabajo. Hace lo imposible por encontrar, en lo que sabes hacer para poder desarrollarte como profesional, a veces se consigue, otras no, y mientras harás algo para tener un dinero extra sin pedir ayuda a tus padres para tus salidas o para comprarte alguna prenda.

Continuamos en nuestra vida, una nueva etapa, quizás nos hemos casado o convivimos en pareja, puede que hasta aparezca un embarazo. Comenzamos a formar una familia y es allí donde nuestra vida cambia nuevamente.

Llegamos a los 40 años, nuestra segunda juventud. Miramos todo lo que hemos alcanzado hasta el momento. Trabajo, familia, hasta pudimos aspirar a tener nuestra casa o nuestro piso con esfuerzo, pagándola de a poco por habernos apuntado en un barrio que se estaba comenzando edificar o simplemente pedimos un préstamo al banco y pagamos mes a mes la hipoteca. Nos sentimos felices hasta donde hemos llegado con tanto esfuerzo.

Alcanzamos ahora otra década, la de los 50 años. Somos esos jóvenes viejos, que aún seguimos en carrera.

Comenzamos a vivir para nosotros, no para los demás. Tenemos experiencias que pintan canas. Las canas comienzan a aparecer tempranamente o a esta edad, según la vida que has hecho hasta el momento. Que puede que hayas sufrido o no de acuerdo a las elecciones que escogiste para tu vida. Y hasta tienes la oportunidad, con mucha suerte, de ser abuelo o abuela en esta década.

Cuando tienes 60 años en adelante, te dicen que eres una vieja chochera o un viejo chochero, que se te caen las babas, hablando todo el día de tus hijos y nietos. A veces, tus hijos te llaman por teléfono solo para que le cuides a sus hijos, entre rezongos y un dejo de alegría, porque al final es lo que más te llena en la vida, cuidas a tus hermosos nietos.

Otras, pasamos la amargura de ver a nuestros hijos y nietos a las tantas, pero cuando ya eres muy mayor, puedes que sigas viviendo en tu propia casa o que tus hijos te metan en un geriátrico para que no molestes.

Entonces te quedas pensando, nací, crecí, me formé, tuve un trabajo, mi casa, mi coche, tengo hijos, tengo nietos, y ahora, ¿debo esperar la muerte aquí sentada? Sabemos que es ley de vida, el partir algún día. Pero cada década, debes vivirla como la última vez de tu vida.