Hoy, en la avenida de Córdoba, me he parado ante el escaparate de una tienda de Animales donde, más de una decena de cachorros, entre perros y gatos, esperan un destino incierto. Tal vez, los compren como un simple y gracioso regalo navideño para los niños de la casa, para, poco tiempo después, condenarlo al abandono. Tan sólo en Buenos Aires, nada menos que más de 100 mil inocentes mascotas, son puestas en la calle, cada año. Esto me hace sentir vergüenza ajena.
Son muchos los aspectos a tener en cuenta a la hora de plantearse el compartir nuestras vidas con un compañero que, con seguridad, resultará irrepetible, si consigue hacerse viejo a nuestro lado.
Lo primero que habremos de tener en cuenta, una vez tomada la decisión de compartir hogar con una mascota es que tal decisión se convierte en inamovible. Todos y cada uno de los miembros de la familia deberán comprometerse a respetar y cuidar del animal, procurándole una vida feliz. Aunque, en la mayoría de los casos, son los niños los primeros que integran, de un modo innato, que habrán de cuidar a su mascota, procurándole alimento y juegos. Tal vez sean ellos los que deban hacer que los adultos de la familia lo integren del mismo modo.
Toma conciencia de que los animales abandonados se hacinan en perreras municipales, esperando que una familia les libere de una muerte segura. Antes de comprar, recorre cualquiera de los albergues, centros de acogida o estancias municipales de tu ciudad.
Te vas a sorprender de la multitud de bellezas peludas que, con la mirada y un rabito lleno de esperanza, te cautivarán.
Si no eres amante de los perros o gatos sin "pedigrí", y te refieres a los mestizos de un modo despectivo, déjame decirte algo. Todos estos perros o gatos, que te van a costar un riñón, son víctimas de una cruel explotación.
Aunque al leer esto esboces una cínica sonrisa, poco me importa. Las hembras de raza son consideradas una fábrica de cachorros, siendo sometidas a constantes violaciones, sin tan siquiera permitir que su cuerpo se recupere de un recientísimo parto anterior. La cuestión es llenarse los bolsillos a costa del sufrimiento de otros. Así nos luce el pelo.