A fines del siglo pasado, se descubrió una isla de basura flotante de 1,5 millones de kilómetros cuadrados y de cuatro millones de toneladas, ubicada entre California y Hawái, denominada 'sopa tóxica' o 'parche de basura'. Posteriormente, se encontraron además de esta concentración en el océano Pacífico norte, otras cuatro, ubicadas en el Pacífico sur, Atlántico norte y sur, y océano Índico.
Las islas de basura se forman a partir de los residuos que se tiran en los ríos, que luego desembocan en los océanos y, por el movimiento de las corrientes oceánicas, se acumulan, constituyendo masas tóxicas de gran amplitud.
No son montañas de basura, sino que millones de partículas flotan en la superficie del agua, escondiendo pen la profundidad enormes cantidades de desechos.
Dichas partículas, principalmente de plástico (polietileno y polipropileno), proceden de bolsas, botellas de gaseosas y juguetes, entre otras. También se hallaron restos de metales y sustancias químicas.
La mayor consecuencia de estos parches de basura, tiene relación directa con la cadena alimenticia marina. Estas partículas contaminadas son ingeridas por la fauna marina o por los peces que le sirven de alimento a aquellas, provocando cambios hormonales, intoxicación u obstrucciones gastrointestinales que los llevan a la muerte; o en el peor de los casos, acarrea problemas de Salud a los seres humanos que los consumen.
Asimismo, cuando la capa de basura alcanza un grosor importante, impide el paso de la luz solar, esencial para el crecimiento de algas y plancton de los que se alimentan especies que viven en el fondo de los océanos, las que por falta de alimento, mueren indefectiblemente.
En el presente, encontrar la solución al problema se hace cada vez más difícil por el elevado costo económico.
Se requiere de tecnología especial y profesionales idóneos para trabajar con estas masas tóxicas. Además, estas islas de basura se encuentran en aguas internacionales, por lo tanto los gobiernos evaden su responsabilidad frente al problema.
Impedir que se formen nuevas islas de basura o reducir el tamaño de las existentes, implica un mayor control del derrame de diferentes sustancias provenientes de industrias y barcos; pero así también, todos y cada uno de los seres humanos, deberían dejan de arrojar a ríos y mares sus desechos para proteger la biodiversidad del planeta.