Diez millones de estudiantes chinos rendirán hoy y mañana el 'gaokao', es decir el examen nacional para ingresar a la universidad. Se la considera la evaluación más difícil del mundo, ya que no sólo tiene en cuenta las notas que obtengan en esta ocasión, sino las que los jóvenes han conseguido en los últimos años. Este año la prueba será la más dura de la historia, ya que las autoridades quieren prevenir posibles trampas. En China, hacer fraude en este examen se puede llegar a pagar con siete años de prisión efectiva.
La movilización que causa este examen en China no tiene precedentes en el mundo.
Los medios de comunicación de aquel país siguen paso a paso todo lo que rodea al examen, equivalente a la cobertura del mundial de fútbol en occidente. Las ciudades cuentan con planes 'anti-ruido' para facilitar el estudio de los escolares. Se modifica el tránsito para que los jóvenes lleguen a tiempo a rendir el examen. Además los postulantes se inyectan aminoácidos (está permitido) para facilitar la concentración.
Los chicos están muy presionados por rendir bien esta prueba. Por un lado está la exigencia familiar, ya que es considerado un honor para la familia que un hijo entre a la Universidad. También está la presión social, porque China tiene una gran obsesión con la Educación, ya que cree que es la llave para concretar todas las aspiraciones que el gigante asiático tiene para seguir liderando la economía mundial.
Los aspirantes cuentan con psicopedagogos que los asisten para soportar la presión.
Este examen ha generado un 'negocio de la trampa': estudiantes que ya aprobaron hacen la prueba en lugar de los aspirantes, existen aparatos para copiarse y se venden exámenes. Frente a esta realidad, la policía intensifica la seguridad año tras año.
En China es bien conocido el caso de Liang Shi, apodado 'el eterno aspirante', tiene 44 años, se presentó quince veces a dar el 'gaokao'. Este año se presenta nuevamente con la esperanza de ser aprobado y cumplir su sueño universitario.