"La acción no debe ser una reacción sino una creación", dijo una vez Mao Tse Tung. La frase, aunque dicha muchos años antes de comenzado el siglo XXI, bien puede describir las medidas que el gobierno tomó en cuanto a políticas ferroviarias desde la tragedia de Once, de la cual ya pasaron 29 meses.

Desde aquel 22 de febrero de 2012 en el que un accidente en la estación de Once provocó 51 muertos y 700 heridos, el gobierno kirchnerista tomó medidas: estatizó los distintos ramales, avanzó en un plan de incluir nuevas formaciones, se trabajó en las vías y se incluyeron señales en los andenes.

La reciente puesta en funcionamiento de siete coches nuevos en las vías del ferrocarril Sarmiento resulta un punto que resalta entre estas iniciativas. Y para septiembre el total de la flota del tren que recorre el oeste del Gran Buenos Aires estará renovada, según informó el Ministro de Transporte, Florencio Randazzo.

Indirectamente, el gobierno se encargó de admitir su ausencia en la política ferroviaria a lo largo de más de ocho años de gestión del kirchnerismo. Sin embargo, nunca asumió responsabilidades por los accidentes que se sucedieron (además del de la Tragedia de Once hubo otro en la misma estación, con heridos, y uno en Castelar, que ocasionó tres muertos). Y esta falta de autocrítica y de pedido de disculpas es lo que los familiares de las víctimas no pueden perdonar.

El acto por los 29 meses de la tragedia ocurrió el día posterior a la puesta en funcionamiento de los nuevos trenes del Sarmiento. "El pueblo no es tan estúpido. Ve, escucha, siente, recuerda. Mal que les pese a los funcionarios", señalaron quienes aún buscan justicia por lo ocurrido en febrero de 2012.

Paolo Menghini, papá de Lucas, una de las víctimas, fue aún más explícito: "Cuando llegan trenes nuevos, pero no se asumen responsabilidades sobre la tragedia, duele.

Murieron personas y recién ahí decidieron hacer algo, es un costo altísimo". Y agregó: "Desde 2003 en adelante hubo un contexto económico que le hubiese permitido hacer algo, pero no hicieron nada". Esta última acusación ya se hacía en 2005, cuando desde la Asociación del Personal de Dirección de los Ferrocarriles y Puertos Argentinos se criticaba que, a pesar de una economía en crecimiento, Néstor Kirchner no había cumplido lo que había prometido en política ferroviaria luego de dos años de gobierno.

Claro que la responsabilidad del gobierno trasciende las culpas circunstanciales que pudieran haber existido en los distintos accidentes del Sarmiento. La propia Cristina Fernández de Kirchner bromeó al presentar las formaciones nuevas sobre aquellos que viajan "colgados" regularmente. Quizás a ella, como a tantos otros, lo inadmisible se le hizo costumbre y lo que debería ser -un Estado presente que crea y no que reaccione- pasó a ser algo extraordinario.