Al igual que en muchos países de Sudamérica, en Venezuela se están viviendo tiempos duros. Los empleos escasean, las familias tienen que empezar a reducir gastos superfluos y el dinero empieza a no fluir de la misma manera por los engranajes del sistema. Como todos sabemos el dinero no es solo un medio de pago, es una de las formas en las que la sociedad mide su progreso. No se trata solo de cuestiones como el producto interior bruto (PIB), que en realidad mide la riqueza sin medir realmente el progreso económico, sino de otras medidas como el dinero que realmente está en circulación.

De nada sirve que un país posea una enorme riqueza si esta no llega a la población o al menos al sistema de mercado, pues la falta de dinero en el sistema genera falta de intercambio de bienes y servicios, lo que lleva a una menor necesidad de ofertarlos, lo que a la vez lleva a una perdida de puestos de trabajo que acaba llevando de nuevo a una menor cantidad de dinero en circulación, generando un circulo vicioso que estanca la economía.

Uno de los primeros servicios que, por desgracia, una persona en problemas tiende a retirar de su cesta de la compra es la información. Nadie se preocupa por saber que tal le va a Messi en España si no sabe si por la noche tendrá algo que poner sobre el plato durante la cena o si un par de día después aparecerá un hombre trajeado en su puerta a pedirle las llaves de una casa que, según parece, ya no es suya.

Esto ha llevado a muchos periódicos a cerrar. No existe mercado para los periódicos y, además, el estado venezolano no está especialmente interesado en mantener una amplia pluralidad en el negocio de la información, se bastan y se sobran con las televisiones y periódicos que loan y aplauden la enorme labor que realizan ellos desde sus pedestales bruñidos y blindados.

Una de esas víctimas de un sistema que olvida la diversidad ha sido uno de los periódicos más longevos de Venezuela, que se ha visto obligado a cerrar sus puertas y enfilar el camino al olvido por la una crisis que ha primado antes a la economía que a la población y que ha lanzado a la cuneta a aquellos que no siguieron ese oscuro camino.