Desde ayer se habla de los dos nuevos casos de ébola que se han diagnosticado fuera de los tres países donde está el foco de la epidemia: uno, el de un médico neoyorquino que había regresado recientemente a Nueva York (Estados Unidos). Había estado trabajando en Guinea-Conakry, donde fue contagiado; el otro, el de una niña que fue diagnosticada en Mali. Dio positivo ayer y ha muerto hoy. Esta también fue contagiada en Guinea-Conakry.

Por el momento, los países en los que se han dado algunos casos aislados o pequeños brotes, tales como Sierra Leona, Nigeria, España y Estados Unidos, respiran con una aparente tranquilidad, la cual contrasta con el pánico que manifiestan sus autoridades.

Pánico que es patente en lo ocurrido ayer en el aeropuerto de Madrid-Barajas (España) con un ciudadano nigeriano, que vomitó y murió porque la asistencia sanitaria tardó 50 minutos en llegar. Al parecer, en el aeropuerto sospecharon que estaba enfermo de ébola y no lo atendieron hasta que llegaron los equipos preparados para contener la enfermedad, sin embargo lo que había ocurrido es que una bola de cocaína que trataba de introducir ilegalmente en su estómago, había reventado.

Este pánico está llevando a la mayor parte de los países de la comunidad internacional a tratar de proteger sus fronteras y a extremar las precauciones para evitar que entren personas contagiadas con el virus, desatendiendo el hecho de que cada nuevo contagio que aparece fuera de los tres países en los que se ha declarado la enfermedad, Liberia, Sierra Leona y Guinea-Conakry, procede directa o indirectamente de alguno de estos tres países.

De momento, la cantidad de personas que van apareciendo fuera de África occidental, es mínima, sin embargo, si la epidemia sigue creciendo allí y se sigue extendiendo por los países vecinos, si continua fuera de control, el número de infectados fuera de África occidental se incrementará considerablemente.

Sin embargo, la tónica general de la comunidad internacional está siendo, como decimos, no prestarle suficiente atención al problema en África, donde las cifras de infectados supera ya los 10.000 y la de fallecidos ronda los 4.800.

La única excepción reseñable, desde este punto de vista, ha sido la aplaudida iniciativa cubana, la cual se ha materializado en el envío de cientos de profesionales sanitarios a Guinea-Conakry, Sierra Leona y Liberia.