El Che Guevara es quizás uno de los mayores mitos del siglo XX y sigue vivo en el recuerdo de muchos de sus admiradores. Así que, un diario español fue a buscar al soldado que ejecutó a Guevara. Su nombre era Mario Terán Salazar y vive en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Sin embargo, no consiguieron que el soldado ya jubilado de 72 años confesara su acción. Pero, sí consiguieron contactar con su superior, el hoy General Gary Prado que relató como transcurrieron los hechos, algo de lo que el propio Terán dejó constancia en uno de sus escritos.

Después de capturar al Che, varios soldados se postularon voluntariamente para ejecutarlo y uno fue el encomendado para la acción, un Mario Terán que al entrar en el cuarto donde se encontraba Guevara retenido fue increpado por él, diciéndole que se serenase que iba a matar a un hombre. El joven soldado Terán se puso nervioso ante la ejecución que iba a cometer por la fama de Guevara, el cual ya era un mito viviente en aquel año 67.

Una vez repuesto, al poco rato, cerró los ojos y disparó la primera ráfaga que dio como resultado la caída del guerrillero al suelo y que empezara a manar mucha sangre por sus piernas, procediendo a una segunda ráfaga que alcanzó a su corazón.

Sus superiores recomendaron a Terán que no hiciese alarde de lo sucedido ante el temor de una venganza por parte de los seguidores de Guevara y así ocurrió. Los periodistas españoles que estuvieron en la casa de Terán conversaron con él y dijo que en aquel tiempo había otros dos soldados con su mismo apellido en el ejército boliviano, que no fue él.

El jubilado dijo que su compañía estaba alejada de la zona y era materialmente imposible que hubiese podido estar allí. Pero al preguntarle que opina sobre Ernesto Guevara, sí que opina sin titubeos, tildándole como un invasor de Bolivia que quería inculcar con la guerrilla que comandaba sus ideas en el país boliviano.

Mucho se ha escrito sobre el personaje histórico e incluso películas que cuentan la vida del Che y su muerte sobre la que sigue existiendo un componente idílico sobre aquella persona que dejó una vida cómoda en la Cuba de Fidel Castro para embarcarse en otro intento de revolución. Ernesto murió pero su mito sigue vivo para mucha gente y muestra el encanto que tiene su historia para las generaciones que han nacido mucho después y que no llegaron a conocerle.