Este sábado, a los 80 años falleció en NuevaYork, el llamado poeta de la ausencia, Mark Strand. Strand fue una de lasfiguras esenciales en la poesía del siglo XX en Estados Unidos, pero a la vezpintor, ensayista y traductor. El poeta, que residía en España, viajó de nuevoa Estados Unidos cuando la primavera pasada le diagnosticaron un cáncer y fueallí donde terminó sus días.
Strand cuenta de pequeño siempre quiso serpintor y que finalmente, cuando a los 24 años les anunció a sus padres quequería ser poeta, éstos se sorprendieron mucho. Había leído de niño algunospoemas de los surrealistas, Eluard, Aragon pero no le había llamado mucho laatención la poesía hasta que descubrió, en México, el libro de Pablo Neruda,“Veinte poemas de amor y una canción desesperada” que despertó su anhelo porescribir.
Desde entonces, aunque terminó la carrera de Bellas Artes, fue lapoesía lo que impulsó toda su carrera artística.
Strand reconoce sus primeras influencias, notanto en Neruda, que solo fue el primer aldabonazo, como con Dylan Thomas,Roberl Lowell o W.H. Auden. Más adelante comenzó a leer en castellano a Albertiy a Octavio Paz al que considera uno de los hombres más inteligentes del sigloveinte. Strand tradujo a ambos, aunque también a escritores italianos,portugueses e incluso quechuas.
Como ensayista, se interesó por la pinturaque tanto amaba y sobre todo por la obra de Edward Hooper y William Bailey.
La poesía de Strand está fuertemente basadaen las técnicas surrealistas, pero todo ello al servicio de una narración quebusca palabras que encajen con total exactitud para describir estados deañoranza, paisajes de la infancia, lugares perdidos.
Strand no usa la métricani la rima y de hecho a veces introduce versos que rompen abruptamente el lirismode la composición. Sin embargo, suspoemas son pequeñas joyas, de muy pocas palabras capaces de proponer el viajeen la imaginación del lector.
Algunos de sus trabajos han sido publicadosen español por la Editorial Visor. Tal es el caso de “Casi invisible” o de“Tormenta de uno”.