En ciertas ocasiones es como si la historia tuviese conciencia para reivindicar a los grandes; en muchos ámbitos, y entre ellos, en el Fútbol. Hoy la historia ha cumplido con este sentido de justicia. Hoy Lionel Messi ha sido el autor del gol que ha coronado al Barcelona Campeón de Liga en el Vicente Calderón frente al Atlético de Simeone. Un gol con su sello y marca, un gol simbólico, un gol con mensaje incluido; un mensaje que deja patente que no podía ser otro quien definiese el campeonato, que no le correspondía a otro dentro del plantel azulgrana.

Un mensaje para el que ya faltan calificativos, es decir, cómo definir al que posiblemente sea el mejor jugador de todos los tiempos sin que se reiteren los adjetivos halagüeños. El que todo lo empezó en los triunfos clave era quien debía rotularlo. Ese broche con mensaje propio llegó a los 19 minutos del segundo tiempo, por supuesto, una vez más entrando al área con pelota dominada, una vez más besando el palo, una vez más apuntando y disparando donde sólo lo pueden hacer los prodigios, los elegidos.

Mientras otros hacían cuentas intrascendentes en las dos columnas comparativas Messi-Ronaldo, el genio sólo pensaba en demostrar que el trono azulgrana tiene un solo dueño, y que ese dueño lo tiene más que merecido.

¿Cómo ser un muy buen profesional del fútbol, jugar en el Barcelona, y no verse eclipsado hasta límites escandalosos por Messi? El resto del plantel azulgrana podría reconocer que se trata de una misión imposible, aunque seguramente el propio rosarino lo desmienta, pero sólo por humildad, sólo por respeto.

El 0-1 fue suficiente para que el equipo de Luis Enrique se lleve su liga número 23 a sus vitrinas, y a la vez, para que el Real Madrid, sufra un nuevo nocaut en menos de una semana.

Desde su debut en 2003, el "diferente", el "único", logró 7 de esas 23 ligas, sin contar el resto de títulos locales y continentales. Y uno se pregunta; ¿alguien podría ser capaz de pensar en la grandeza del Barcelona sin pensar en la grandeza futbolística de Messi?

Hasta no hace mucho se hablaba de "galácticos", de "dream team", y otras denominaciones grandilocuentes para identificar a ciertos equipos de gran calidad y nivel de juego, pero, ¿y cuando todas esas virtudes se concentran en una sola persona?

Después de este nuevo título del Barcelona de Luis Enrique, y de la temporada de Messi con su broche final, quizá sea oportuno rememorar un relato radiofónico que erizó la piel de todo un país allá por mediados de los 80': Lio ¿de qué planeta viniste?