Nuestro país viene adoptando medidas en favor de la extranjerización de los recursos naturales, de esta manera se impulsa el saqueo de dichos recursos por medio de leyes como la privatización de las semillas, el fracking y la minería a cielo abierto.

Estas medidas responden a las exigencias de las potencias "centrales" (estados unidos, unión europea) y "emergentes" (China) de re primarizar y mercantilizar las economías de los países del denominado "tercer mundo" en beneficio de sus propios intereses. A la vez permiten la entrada de transnacionales, encargadas de aplicar el paquete tecnológico y con ello las fumigaciones sobre poblaciones enteras a través de productos cancerígenos como el glifosato (herbicida que es utilizado para fumigar la soja) y de introducir la semilla transgénica en los alimentos, esto viene acompañado por el proceso de sojización.

En los últimos años la soja se ha convertido en un negocio en beneficio del desarrollo de las grandes potencias, como estados unidos que utiliza este cultivo para generar bio etanol o China que lo utiliza para alimentar a sus chanchos. sus consecuencias son la contaminación del aire y del suelo, múltiples problemas de Salud en la población, así como el aniquilamiento de las comunidades originarias.

Este modelo fue implementado bajo la administración Menemista y se profundizo en la era K. En el año 2011 el Gobierno de Cristina Fernández lanzo el plan estratégico agroalimentario 2020 que aumenta la producción de soja en un 60 %. Esto supone un guiño para las empresas que se benefician con la lógica del agro negocio, como por ejemplo Monsanto con la que el gobierno nacional ha firmado acuerdos para instalar la mayor planta productora de transgénicos del mundo en el municipio de Malvinas argentinas (Provincia de Córdoba) a la vez que intenta imponer una ley de semilla que favorece la aplicación del transgénico.

Frente a este crimen, los pueblos se organizan y luchan, como es el caso de las madres del barrio Ituzaingó, en las afueras de Córdoba, que vienen llevando a cabo una batalla contra este modelo que generan la muerte de sus propios hijos, a raíz de malformaciones, tumores, leucemias, cáncer, etc. Esta lucha se repite entre los pobladores del municipio de Malvinas argentinas, en los campesinos del MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero) y en los pueblos originarios (toba, mapuche, wichi) que además reclaman el derecho de ser dueños y de poblar sus propias tierras arrebatadas desde hace siglos por los caprichos del gran capital.

Una de las resistencias más notables que se han dado en los últimos tiempos es la del pueblo Qom, que además de parecer el saqueo de sus tierras, sufre la falta de servicios publicos, sus niños mueren de desnutrición y de tuberculosis y son victimas de los efectos que genera el glifosato. La reacción de los gobiernos provinciales de Chaco y de Formosa, como la del gobierno nacional, ante dicha lucha, es la persecución, la represión y la muerte, poniéndose del lado de los negocios foráneos y pisoteando la dignidad de estos pueblos.

Abrazar estas luchas como propias debe ser uno de los compromisos a tomar por nuestra ciudadanía, porque solo de esta forma se podrá lograr una nueva sociedad libre de toda contaminación ambiental, basada en la soberanía de la tierra, de los alimentos y de los recursos naturales. Así como la dignidad de los pueblos originarios.